Golpe de tiempo.
Prologo:
Golpe de tiempo.
Bueno me ha costado, pero puede. Termine mis estudios secundarios y ya
tengo el titulo para seguir adelante. No tengo en claro que estudiare hay
muchas carreras que me llaman la atención. Y por desgracia las que más me
gustan no se encuentran cerca para estudiar. Me tendré que conformar con
una carrera que este cerca para estudiar. Eso el futuro lo dirá. Ahora
pienso disfrutar estas últimas y cortas vacaciones que no tendré más.
Ya termina el día y
aprovecho para irme a dormir. Apago la luz, me acomodo en la cama y mis
ojos se empiezan a cerrar.
Suena la alarma. Miro el reloj y son la cinco de la mañana. Me preparo un
café. Busco las llaves de mi moto. Me visto mientras tomo el café. Al
terminar salgo afuera. Hace frio, pero la vida me obliga a salir. Arranco
la moto y salgo en camino a mi trabajo en el centro. Tengo veinte siete
años y hago esta rutina los últimos cuatro años. Hay días que se vuelven
nefasto y torturantes, pero cuando cobro el cheque pago mis deudas, compro
unas cervezas y se me pasa.
Voy llegando a una esquina. Al momento de cruzar pasa un auto a toda
marcha. Logro frenar y el vehículo pasa como si no hubiera sucedido nada.
Estos conductores basura no les importa la vida de los demás. Y las motos
no son nada respetadas. Al llegar al otro lado del cruce se escucha un
fuerte golpe. El conducto en la otra esquina atropello a un hombre en su
motocicleta motociclista. Me detengo y llamo al nueve, once. Pero no puedo
hacer más nada porque me queda poco tiempo para llegar a mi trabajo.
Me subo a mi moto y me dispongo a darle marcha.
Llego al trabajo y guardo la moto en el estacionamiento de la compañía
donde tengo mi lugar. En el camino me quede pensado de lo que me logre
salvar. Que conductor basura. Y al parecer cada vez hay más.
— Hola Frank ¿Qué tal la noche de guardia? — lo saludo con un choque de
puño —.
— Bien pero encima tengo que hacer doble turno culpa de estos
desgraciados que no quieren contratar a un guardia más.
— Como si no le sobrar plata. Bueno nos vemos Frank a mí me toca
subir.
Entro a ese cubo metálico. Ya ni los números de los botones tiene marcado
y hace unos ruidos raros cuando suben muchas personas. Entro al sector de
los cubículos. Trabajo con mi amigo Jerry. Él me ayudo a conseguir este
trabajo. Hacemos la parte administrativa de una gran empresa exportadora.
Tiene un gran trasatlántico y muchos conteiner para organizar. Obviamente
nunca me he subido a un barco. Solo hacemos la parte aburrida del trabajo.
Administración de inventario y contabilidad. Somos muchos en la zona de
cubículos, pero cada parte tiene su designación. Hay asta cubículos que ni
para las mismas empresas trabajan.
Gracias a dios está mi amigo, no soy bueno relacionándome con las
personas y se me volvería mucho más molesto estar en este lugar sin tener
alguien con quien hablar. Pasan unas horas en el trabajo y alguien se
asoma por una pared para molestar.
— Genio has venido pensé que ibas a renunciar — habla Jerry asomándose
por la pared del cubículo —.
— No, por desgracia sigo acá.
— ¿Che te falta mucho?
— Si hace unas horas comencé. Y tú tienes trabajo también.
— Ya me queda poco casi termino.
— ¿Ya te falta poco? ¿Cómo le haces para hacer eso?
— Es que me dan poco trabajo — giña un ojo — Creo que soy el
favorito.
— No me sorprende un poco más eres una garrapata pegada a las bolas del
jefe.
— He como me dices eso amigo. Es que no entiendes. Yo subo de puesto y te
llevo conmigo. Desde arriba desbaratamos todo el sistema clasista que se
impone.
— O te toman el pelo y te dan un boleo apenas puedan.
— Confía en mi amigo yo ya sé cómo piensan esta clase de personas.
Además, me entere que dentro de poco se retira un supervisor nuestro. De
esta manera uno de notros haciende.
— mientras sigo teclado— De seguro yo no soy nunca me miro bien el
jefe.
— Eso pasa porque tú no le sigues la corriente un poco por lo orgulloso
que eres.
— Pero al menos no soy una garrapata riéndome de sus chistes malos.
— Y bueno luego te acostumbras y hasta te dan gracias esos chistes.
Hablando de otros temas viste las nuevas compañeras de trabajo lo hermosa
que son.
— Son niñas, viejo lagarto.
— Ni que fueran tan jóvenes ¿Qué le debo sacar unos deis años? Hola
señoritas (saluda a unas dos de las nuevas compañeras).
— No lo sé, pero de seguro un año atrás de seguro vas preso.
— Pero te tiene que gustar alguien. Hace cuanto que no te veo con una
mujer. De seguro ya la debes tener muerta.
— Está bien viva. Actualmente no tengo tiempo y paciencia.
— A, pero bien que para mirar a la pelirroja que atiende la cafetería si
te da el tiempo. Te cache pollito.
— Y bueno, pero al menos no es una nena. Y de seguro debe tener
pareja.
— Claro que es toda una mujer. No lo creo yo no vi anillo y si no hay
anillo no hay compromiso. Además, ella tampoco se queda atrás con esos
cafés gratis que te da.
— Se llama Beverly. Son cafés que piden las personas y se van sin
esperarlo.
— Si claro y justo siempre son como a vos te gusta. Eres la única persona
que he conocido que toma café con esencia de menta y endulzado con
miel.
—Es un café muy común te digo. Ahora ve a terminar tu trabajo y déjame
trabajar tranquilo — lo echo agitándole las manos en su cara —.
Al fin he terminado ya casi
es la hora de irme. Deberían dejar de darme tanto trabajo. Igual ya me que
poco y renuncio a este trabajo nefasto.
No logre terminar de estudiar la carrera que empecé porque sinceramente
no me gustaba y decidí trabajar un tiempo para poder irme a estudiar lo
que me gusta. Eso mismo dije a los veinte al dejar la carrera y empezar a
trabajar. Pero este es mi año.
Termina nuestro horario de trabajo y nos metemos en la caja ruidosa con
Jerry. Y él comienza a hablar, es su don, no conoce el silencio, creo que
nunca lo he visto con la boca cerrada
— Ya terminamos ¿Qué harás ahora?
— Talvez iré por un café.
— Ya vas por tu café gratis.
— Que no me los regala. Solo es amable.
— Tu sigue creyendo eso. Yo que vos ya hubiera salido con ella.
— Si fuera por ti saldrías con cualquiera que se te cruce y si es menor
mejor.
Salimos del ascensor y caminamos por el estacionamiento.
No es culpa mía ser tan galante. Además, la carne joven es más rica.
Eres nefasto. Y si claro que te dan pelota porque si lo intentaras con
alguna un poco mayor te sacaría a patadas.
Llegamos a nuestros
vehículos.
— Y tu celoso. Todavía tienes esa moto. Cuando te compras un auto. Es re
inseguro manejar en eso. Esta misma mañana se me cruzo uno de ustedes y me
choco rompiendo casi todo el frente. Por eso llegue tarde.
— No es inseguro manejar. Los conductores mediocres vuelven las calles
inseguras. No el vehículo. Y conociéndote apostaría a
que tú no ibas lento.
— Si yo choco se rompe el auto y si tu chocas te rompen los huesos.
— Tienes razón. Pero yo manejo bien. Espero en las esquinas. No manejo
rápido en calles interiores.
— Yo manejo bien. Además, yo tengo el auto es el vehículo más grande y
tengo que tener más prioridad de paso.
— Por esa clase de pensamiento es que yo ganaría la apuesta ¿Y la persona
que chocaste como esta?
— Reafirmo él se me atravesó, él me choco. No se lo llevaron al hospital.
Además, el seguro se encarga de todo eso. Para eso lo pago.
— Típico de conductores como vos nunca chocan. — me subo a la moto —.
Bueno haber déjame pasar que me iré a tomar un café.
— Ve por tu café gratis o como tú le digas, pero esa mujer quiere.
— Como tú digas. Háblale al guante — le pongo la mano en su cara y me voy
del lugar —.
Termino mi día. Estuvo rico
el café. Esta vez no me lo regalo, pero le deje una buena propina. Se lo
merece es una chica que trabaja muy bien y siempre fue muy amable. Ya me
siento muy cansado. La vuelta en moto siempre la hago más largar. Me gusta
rodar un poco antes de llegar para despejar mi mente del trabajo
diario.
Me he terminado de duchar y la cama me mira de una manera muy cariñosa.
No me pudo negar a ella. Me tiro recordando los días en lo que solo dormía
para ir a la escuela. Como extraño esos días. Se me sierran los ojos y mi
cuerpo se empieza a sentir muy liviano.
— ¿Dónde estoy?
Al parecer ya estoy vestido y estoy bajando para ir al trabajo. Debo
estar medio sonámbulo. Que buen traje tengo me encanta. Coloco mi maletín
bien sujeto en el colín de la moto. Arranco y salgo a la calle. Me parece
algo raro estas calles están algo desoladas. Miro mi reloj y acelero un
poco porque si no llegare tarde. Es impresionante como no me cruzo a nadie
en las calles. Ni autos parados hay ¿Sera feriado hoy? ¿Se trabajará hoy?
No sería la primera vez que me pasa. Cruzo las calles como todo un
corredor profesional. Doblo de manera perfecta y acelero levantado la ruda
delantera. Ya que no hay nadie en la calle aprovecho para acelerar más.
Tomo un cruce sin mirar y a mi costado aparece unas luces sin intenciones
de frenar. Un golpe fuerte me arroja por los aires sin poderme atajar. Al
tocar el suelo toda mi vista se nubla. Siento unos golpes en el pecho y
luego me logro despertar.
— Papá, papá despierta — le grita a su papa empujando el pecho —.
— Hija mía tu papa debe dormir para ir a trabajar.
— Sí, pero mamá me mando a despertarte porque se te hará tarde para ir a
trabajar — se acurruca a un costado y abraza él brazo de su padre —.
— Bueno hay voy.
— Está bien me quedare acostada a tu lado hasta que te levantes.
Nos levantamos de la cama y
nos dirigimos a la cocina ¿Qué sueño raro tuve? Creo que extraño tener
moto. Llegamos a la cocina y ahí se encuentra mi hermosa esposa. Cada día
se ve más hermosa y yo estoy más viejo. Me está preparando un café de esos
que siempre me regalaba cuando iba a la cafetería donde ella
trabajaba.
— Buen día amor ¿Qué tal haz dormido?
— Bien, he tenido un sueño algo raro. Por las dudas ¿No se te escapo esta
puga despertadora? — levanta el brazo y ella entre risas se sostiene para
no caer —.
— Hay dios — dibujando una sonrisa hermosa en su cara —. Dale pulga
suelta a tu padre y vengan desayunar que tienes que ir a la escuela.
— O, pero que me baje en allá.
Nos acercamos a la mesa, la
bajo en la haciendo y comenzamos a desayunar los tres.
— ¿Y qué soñaste amor?
— Que tenía una moto.
— ¿Una moto? ¿Cómo cuando éramos jóvenes?
— Si, la misma ¿Qué quieres decir como cuando éramos?
— A, si claro. Tienes cuarenta y uno. Ya no eres un nene.
— La edad solo es un número.
— Bueno dile a tus números que no necesitas ir al quiropráctico cuando
levantas el sillón.
— Eso es mentira ¿Pero estaría bueno tener una moto? De esas Chopper, son
súper cómodas y le podemos agregar un carrito para llevar a la pulga.
— ¿Papá tu tenías moto?
— Si y a tu mamá le encanta andar en ella. Con ella la conquiste.
— Hay cállate. Que yo te conquiste a vos o que sigues pensado que los
cafés gratis eran de otros clientes y ya están pagos. Hasta me acuerdo que
te deje mi número en esa taza cuando fue la única vez que me dejaste
propina. Y déjame contarte que bien tacaño fuiste.
— Pero luego te entregue mi corazón.
— Ni que hubieras sido tan difícil corazón.
— Pulga ¿Sabes escuchas eso? — habla el padre —.
— ¿Qué papa? No escucho nada.
— Yo tampoco no escucho nada.
— ¿Y entonces? — Mira a su papa con una cara de interrogación —.
— Nadie escucho nada. Y no se ha dicho nada. Entonces no hay una negativa
para comprar la moto.
— con una carcajada — No. Y si no te quedo claro, no es no. Además, hace
años que no majeas moto. Me acuerdo que la vendiste cuando nació la pulga.
Y tenemos el auto para que quieres otro vehículo más.
— Mamá es mala.
— No me importa ser la mala. — mira su reloj — bueno apúrenle que la
debes llevar a la escuela.
— Tienes razón. Bueno pulga me cambio y vamos.
— Dale yo la ayudo a cambiarse. Su mochila ya está lista.
Luego de manejar por toda
la ciudad. Ir a una punta de ella para dejar a la pulga en la escuela.
Recitar otro concierto de bocinas por la avenida principal. Cargar
combustible y sentir que dejo mi sueldo en cargar el tanque. Llego a mi
trabajo y logro estacionar.
— Hola Frank.
— Hola.
Al parecer otro día sin
poder dormir. Ya se ha vuelvo viejo y cascarrabias Frank. Llego a mi
oficina y me pongo a trabajar. Reviso los archivos que me mandaron los
subordinados. Acomodo todo y mi secretaria se acerca a mi oficina.
— Señor ¿Está disponible?
— Tengo un poco de tiempo ¿Qué sucede?
— El gerente me dijo que cuando pueda vallar a su oficina. Hoy él estaría
todo el día.
— Bueno. Termino esto y voy ¿Algo más?
— No señor.
— Bueno ve. Acuérdate de traerme hoy los archivos que lo tengo que
revisar y entregar.
— Dele ahora los voy a buscar.
Termino de revisar los
archivos, acomodar y firmar. Y me dirijo al ascensor para subir al piso de
gerencia. Cruzo por las oficinas y los gerentes. Algunos están jugando al
golf en sus oficinas, hablado por celular y mirando películas. Sin decir
que otras oficinas solo están bacías. Llego a la puerta del gerente Jerry
A Marfrizón. Y goleo su puerta.
— ¿Quién es?
— Soy yo Jerry.
— ¿Te gusto la remodelación de las oficinas?
— Si, se ve bastante espaciosa. No nos vendría mal algo así por allá
abajo ¿Tú que necesitas? Me mandaste a llamar.
— Tienes razón. Recuerdas de lo que hablamos hace dos semanas — agita su
mano — Eso de que la compañía está en déficit y necesita acortar gastos.
Necesitaba que me dieras unos nombres.
— Si lo recuerdo. Y lo he estado pensando, pero el personal de mi área
trabaja muy bien y es necesario.
— Si entiendo que los cuides. Pero la compañía necesita esto. Al menos un
nombre.
— No puedo Jerry.
— Amigo, amigo, amigo. Me tienes que ayudar. Recuerda lo que te dije
cuando comenzamos allá abajo. Que yo ascendía y te llevaría conmigo. Yo
cumplí y te ayudé. Me volví gerente y a ti te propuse para subgerente. Una
mano lava a la otra. Adames creo que puedes con esto por eso te he puesto
en ese puesto. Dale amigo un solo nombre. Dame el que vos menos quieras.
No te pueden caer bien todos.
— ¿Quieres que yo hago tu trabajo sucio?
— Ei amigo, como vas a decir eso.
— Si quieren despedir a alguien porque no despiden a un gerente. La mitad
ni ha venido a trabajar. O no hubieran gastados en estas oficinas que ni
las usan
— Sabes que las cosas no son de esa manera. Hay un sistema. O sigues la
corriente o vas en contra.
— Bueno si quieres despedir a alguien ve allá abajo y elíjelo tu Jerry. Y
dile tu porque no pueden trabajar más.
— Bueno baja un poco el tono que en este momento yo soy tu jefe.
— Te digo la verdad. Mi equipo trabaja muy bien y no veo razón para
despedirlos ¿Me necesitas para algo más jefe?
— realiza una mueca en la cara — Me hubiera gustado que tengas otra
respuesta. Pero si no puedes dar un nombre. — saca una hoja, escribe un
nombre y firma al final — Lo lamento amigo, pero hace un mes te vengo
pidiendo esta simple tarea. — Dobla la hoja, la mete en un sobre y se la
entrega al subgerente —. Esta es tu carta de despido.
— ¿Cómo? ¿Me despides por qué no despedido a nadie?
— Te dije. La empresa necesita ajustarse un poco. Te defendí con los de
arriba. Ellos querían córrete a vos. Yo los convencí que eras muy útil.
Luego me pidieron que me des un par de nombres. Pero si no puedes. Lo
lamento mucho. Con eso por lo menos cobraras una indemnización. Junta
todas tus cosas y espero que te valla bien.
— Son todos unos desgraciados. Tú lo sabes. Y muy pronto serás como
ellos.
— Es de esa manera la vida. O somos parte del sistema o el sistema nos
come.
— Metete el sistema por el orto. Puedo preguntarte algo antes de
irme.
— Si, ¿Qué pasa?
— Esas ventanas grabadas con tu nombre y el logo de la empresa que dan al
pasillo debieron valer mucho y de seguro son imprescindibles.
— Si ¿Por qué?
Agarro la carta de despido.
Me levanto de la silla y la sujeto del respaldar. La levanto del
suelo.
— Espera ¿Qué vas a hacer? No, no lo hagas.
— Haré lo que yo quiera. Y te daré una buena razón para despedirme.
Arrojo la silla fuertemente
contra los vidrios. Se escucha un estallido y rebote de cristales por
todos lados. Y con una sonrisa en la cara me voy a juntar mis cosas y
cobrar mi indemnización.
Pasa la tarde. Y mi esposa
llega con la pulga de la escuela.
— ¿Saliste tempranos del trabajo amor?
— No amor. Te tengo que dar una mala noticia. Me despidieron.
— Qué desgraciados ¿Y por qué fue?
— Me pedían que yo haga su trabajo sucio y despida al personal. Todo
porque no quieren soltar algo de su sueldo.
— Y Jerry no te ayudo.
— A él lo mandaron a despedirme.
— Y si le hacemos juicio.
— No, está bien. Tu sabes que nunca me gusto ese trabajo. Además, usarían
una silla que termino atravesando sus ventanas nuevas y caras como un
justificante.
— ¿Una silla? Está bien mi amor ya encontraras algo. Además, yo ya pesaba
buscar trabajo con el tiempo libre que tengo. Más que seguro me
necesitaran en la cafetería. Mientras tanto tu cuida a la pulga.
— Te amo mi amor.
— Yo a ti mi hombre. Pero no tires las sillas por las ventanas en la
casa. O se te pudre todo.
— ¿Solo una?
— No.
— Vamos a ver una peli mamá.
— Si hay vamos.
Me toca prepara de cenar.
Cenamos y nos sentamos en el sofá a ver una la película de Shrek. Uno
crece y dejar de mirar dibujos animados. Poro cuando tiene hijos vuelve a
ver dibujos animados. Es un sículo sin fin. Me siento y mi mujer se apoya
sobre mi mientras la puga se acuesta sobre ella. Mis ojos pesan y ya me
siento cansado. De apoco me voy durmiendo en el sofá.
Se escucha unas sirenas de
ambulancia. Y siento que me sujetan el cuerpo. Me dice que no me mueva.
Luego prende una luz y la pasa por mis ojos segando mi vista. Lo escucho
decir que estoy mal herido. No entiendo nada que paso. Me colocan
lentamente sobre la camilla y luego me suben a la ambulancia. El sujeto le
grita al chofer vamos, vamos. Cada vez siento como mis ojos pesan más. Y
despierto repentinamente de ese horrible sueño.
Mis pies pesan. Ya tengo
problema para respirar. Y hoy cumplo un año más. Hacerme viejo se me vino
muy pronto. Recuerdo cuando tenía unos veinte y uno. Me siento en la cama
unos minutos. Me pongo las chanclas. Y me levanto al baño. La casa se
siente sola. Solo soy un viejo lleno de recuerdo y una casa sola. En un
momento escucho el timbre. Y voy a abrir.
— Hola papá ¿Cómo estas hoy?
— Cada día más joven mi hija.
— Venimos por tu cumple abuelito — hablan dos voces chillonas y pequeñas
—.
— O Pulgas. Como los extrañe.
— Bueno pasemos adentro que hace frio ¿Qué deseas comer esta noche
papá?
— Un buen asado.
— Bueno nosotros estaremos todo el día. Y a la tarde vendrá mi marido
para preparar todo.
— Esa bien mi hija ¿Alguna orden más coronel?
— Hay papa. Diciéndome de esa manera me haces acordar creer que me
parezco a mamá.
— Si ella estaría con nosotros pensaría que eres su hermana gemela. Hasta
el mismo tono de vos para dar órdenes.
— Papá.
Ese día me tome todo
tranquilo. Salí a pasear con mis nietos. Y mi hija. Todos los días
recuerdo cuando era más joven y lo que me hubiera gustado hacer. Luego de
pasear he ir al parque. Con mi hija y mis nietos acomodamos un poco la
casa y la decoramos con muchos colores. Mi yerno llega. Él es un gran
hombre muy trabajador, siempre cuida bien a mi hija y mis nietos. Se pone
en la parrilla y comienza a hacer el asado. Le llevo una cerveza para que
compartamos.
— ¿Cómo se siente suegro?
— Cada día más joven.
— Se te ve re bien ¿Setenta y siete cumples?
— Si no me hagas acordar. Tu di que cumplo once.
— Y que tal como ve que se está asando la carne.
— A no yo no me meto. Tu cocina es tu problema.
— Pero deme algún consejo.
— No para nada. A mí no me gusta que se metan cuando yo cocino. Además,
si te queda feo es tu culpa, no mía.
Contesta con una sonrisa.
Me voy a sentar a las reposeras y a seguir tomando mi cerveza. Al rato
llegan más familiares. Ya estamos por sentarnos en la mesa y comenzar la
cena. En un momento se escucha una moto parar. Lugo un hombre en ella
entrar por el costado de la casa. Llego en su chopper. La para y acomoda
en un costado. Me levanto y lo quedo mirando. Se saca el casco y me
mira.
— Hola papá. Llegue ¿O es tarde? ¿Hay lugar para mí?
— Nunca es tarde y siempre hay un lugar en la mesa.
— se acerca mi hija — Te tenia esta sorpresa.
Nos sentamos los tres juntos. Y mis hijos se pasan toda la noche
hablando. Él nos cuenta sus historias de sus viajes. Se ha vuelto un gran
piloto y siempre se encuentra viajando. No puedo decir que no lo extraño.
Es un gran hijo. Los dos son lo mejor de mi vida.
— Perdón por no haber venido papá tan seguido.
— Solo contéstenme unas cosas. Los dos — señalo con el dedo a ambos
—.
— Dinos ¿Qué?
— ¿Son felices?
— los dos contestan— Sí.
— ¿Lo que estudiaron y se han hecho profesionales es lo que realmente
quisieron?
— los dos vuelven a contestar — Sí.
— Entonces no hay que perdonar nada a ninguno de los dos. Ambos han
logrado más que sus padres y eso es todo para nosotros.
— Pero todo eso fue gracias a sus esfuerzos.
— Pero esos esfuerzos valieron la pena. Ustedes saben que su mamá y yo
nunca pudimos estudiar o lograr lo que quisimos. Solo trabajamos mucho y
en lo que podíamos. Pero valió la pena ver que nuestros hijos sí pudieron
hacer lo que nosotros no pudimos.
— ¿Pero no te arrepientes de no haber hecho lo que querías?
— No hija. Cuando sean más grande y algo le allá faltado hacer no se
arrepientan. Tampoco se frustren. Y si ustedes han logrado algo, no se
recientan y ayuden a sus hijos a lograrlo si lo quieren intentar.
— le dan un abraso los dos y dicen — Gracias papá.
Seguimos la noche. Partimos
la torta. Me levanto para ir al baño. Llego a la puerta de la cocina y me
siento algo mareado. Mi cuerpo se siente pesado. Un dolor fuerte me
aplasta el pecho. Siento como si un auto me estaría pisando. Caigo al piso
y desde el fondo escucho los gritos de mi familia. Un silencio merodea y
una brisa fría me cubre. En un momento siento fuertes golpes en mi pecho.
Veo luces y rallos que me rodean. Se escucha una vos que me dice que está
todo bien. Que resista y que ya vamos a llegar. Siento que me mueven
lentamente y me apoyan sobre una cama.
Un bip se escucha rebatar
en el fondo. Estoy tapado con una manta celeste y en una cama muy cómoda.
Mi hermana está al borde de la cama dormida.
— ¿Qué paso? ¿Dónde estoy?
La hermana despierta.
— Espera no te muevas. Tuviste un accidente y estas en el hospital.
— ¿Una qué?
La hermana sale al pasillo
a pedir una enfermera.
— grita — ¿Una enfermera o medico? Por favor.
Se acerca una enfermera.
Toma los signos y pasa una luz muy molesta por los ojos.
— Los signos están bien. Llamare a tu medico espera un momento.
Pasan unos minutos en
silencio.
— Hola acá llegue. Buenos días vello durmiente. Despertaste.
— ¿Qué paso? ¿Por qué tengo la pierna con estos fierros? Y mi brazo
derecho encellado.
— Te choco un auto. El tipo al parecer venía hablando por el celular y
venia bastante rápido. Se te fracturo la pierna y brazo derecho. Tuvimos
que colocar tornillos en la pierna. Lo buenos que eres un motociclista
consiente y usas casco eso te salvo de muchos de los traumas en la
cabeza.
— ¿Y doctor?
— ¿Y qué?
— Y como quedo el otro.
— Por lo visto tu sentido del humor no fue afectado. Eso es bueno. Le
puedes preguntar vos mismo esta acá afuera. Señor puede pasar quiere
hablar con usted.
— Hola amigo. Lo siento mucho.
— Jerry. Te dije que ibas a chocar a alguien. Pero justo a mi tiene que
ser.
— Lo se amigó. Lo siento.
— No pasa nada. Me tomare unas vacaciones del trabajo. Y de tu charla
molesta claro esta ¿Y?
— ¿Y qué?
— ¿Y cómo quedo tu bebe?
— Todo el frente destruido. El capot se corrió y rompió al
parabrisas.
— Bien dura resulto ser mi pierna. Por mi moto ni pregunto ya sé cómo
debe estar.
— Lo siento amigo.
— No pasa nada. No morí. Sigo todavía para seguir molestando.
— Lo que pueda ayudar dime. Hare todo lo posible. Hable en la empresa y
ya te han dado licencia paga por todo el tiempo que vos necesites hasta
que vuelvas.
— habla la hermana — Y tiene para bastante hasta que puedas volver a
caminar.
— Sí, pero bueno no me fue tan mal.
— Capas entras en razón y dejas de usar moto.
— Jamás hermana, jamás. Me comprare una más grande. De esas custom
chopper. Para que me vean llegar.
Pasan unos meces.
Me encuentro tomando una
cerveza en la terraza con jerry.
— Y amigo ¿Cómo va la recuperación?
— Bien Jerry. Camino con bastón. Pero de apoco voy.
— Me alegro. En la oficina te estamos esperando. Además, me dieron un
puesto de gerente. Y se abrió un puesto para ser mi subgerente. Me están
pidiendo nombre y quiero poner el tuyo. Te dije yo asciendo y te llevo
conmigo. Y sé que te lo debo.
— Te dije que no me debes nada. Ya está, ya a pasado.
Entra a la terraza una
mujer.
— ¿Cómo está mi amor?
— ¿Mi amor? ¿Al fin te animaste a salir con ella? ¿Él chocarte tedio
valor?
La señorita de pelo rizado
y rojizo contesta.
— No sé lo que te allá dicho, pero es mentira. Cuando tuvo el accidente
no tenía muchos lugares donde ir he iba a la cafería todas las mañanas. Un
día me canse de regalarles café y yo lo invite a salir.
— Y bueno es que no entendía las indirectas.
— Mira que hay que ser bobo para no entender esas indirectas amigo.
— Es que me dejaste medio bobo con el choque.
— Tú ya eras bobo desde antes. Hablando de eso sería muy bobo que no
aproveches ser mi subgerente.
— Te agradezco amigo, pero lo rechazare. Ya sabes que desde hace tiempo
que vengo ahorrando. Además, con el dinero que te saque por el choque
tengo mucho de sobra. Ella pensaba irse a capital porque quiere abrir una
cafería cerca del mar. Yo la ayudare. Ya que me queda cerca aprovechare a
estudiar maestro en buceo que siempre quise. Pero nunca pude antes.
— Está bien amigo. Por si quieres volver siempre seguirás teniendo mi
apoyo.
Levantamos las cervezas y las chocamos.
— No amigo, no volveré. Siempre viviré persiguiendo mis sueños y jamás te
arrepientas por ello.
Fin.
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llevara a MediaFire.
Para mi lector:
Te invito a que dejes tu comentario. Tanto aquí como en mis redes
sociales. En él me puedes pedir una historia. Pude ser cualquier
género, dándome un personaje o situación. Y yo la escribiré sin
problemas. Ya que la creación de mis relatos es para probar,
aprender diferentes géneros y salir de la zona de confort.
Espero tu desafío. Y porque tú también eres una gran parte de mi blog.
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