Escudero del bosque.

Relato

Prologo:

  Grandes historias se perdieron atreves del tiempo. Y con ellas grandes batallas fueron olvidadas.
  Pero su grito de batalla logro atravesar las montañas. Para que su historia nunca más sea olvidada. 

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Escudero del bosque.

Hay historias que se pierden atrás ves del tiempo. Relatos que solo se cuentan al poco tiempo de su surgimiento. Luego son enterrado por una historia más grande o por el pasar de los tiempos.

Soy Merbom y si conoces esta historia es porque no morí en vano. Vivo a las afueras de la ciudad de Calem. Calen se encuentra en un valle escondido y hace que su relieve es muy particular y su bosque muy difícil de transitar. Esto favorece a la ciudad, haciéndola una fortaleza casi imposible de invadir. 

Me gusta mi cabaña entre el bosque solitario. No me gusta el ruido de la ciudad y más ahora que estamos en conflictos con un reino vecino del este. Mi cabaña se encuentra al oeste. Y como está más alejada de la ciudad esto me permitió ubicarlo en un terreno más alto. Cada mañana el sol pega antes en mis ventanas y me levanto para admirar la hermosura de Calem. Al estar más abajo en el centro del valle la luz solar llega un poco más tarde. Y gracias a eso me permite admirarla cada día en sus primeros rallos reflejados en sus muros de granito. 

Calem es una ciudad mercantil ubicada justo en un paso por la montaña. Sus pobladores se dedican a la venta y abastecimientos de las caravanas que pasan. Hace unos meces el rey de Brotan la quiso declara como parte de su reino y cobrar impuesto sobre nosotros. Los cuídanos de se resistieron y echaron a los soldados de su reino. Como dije es una fortaleza por su ubicación y es muy difícil llegar a ella si no lo hacen por las rutas principales.

Nuestro líder tiene muchos amigos nobles y reyes en su familia. Ellos nos apoyaron con soldados para protegernos. Su única tarea es dedicarse a proteger la ciudad y las rutas principales a ella.

El Rey Esmel de Brotan se preparó para la guerra. Quiere esta ciudad a toda costa. Su ejército es grande pero no puede entrar todo junto a la vez. Y El comandante de la fuerza armada de Calem, nombrados de esa manera por lo cuídanos, los repelieron fácilmente en ambas entradas de la ciudad. Tras esa victoria las fuerzas armadas crecieron. Jóvenes de Calen se les unieron y aprenden a defender la ciudad que los vio nacer. 

Desde mi cabaña veo todo, desde mi cabaña siento el bosque. Bajo a la ciudad por un poco de cerveza que ya no tenía. Guardias me paran y revisan mi carreta y buey. Me acerco a ellos y me sorprende que soldados tan pequeños cuiden la ciudad. Uno de los guardas me mira atemorizado. Y de fondo se escucha al oficial de justicia diciendo. Déjenlo pasar. Él es uno de los cazadores que vive al borde cerca de la sima del valle. En mi carreta traigo tres venados grandes y unos conejos para intercambiar. Voy al bar y le cambio uno de mis por unos barriles de su exquisita cerveza. Me pregunta si logre cruzarme a Aztorim uno de los principales cazares del Este. Le comento que no. Es la primera vez que bajo a la ciudad desde que comenzó todo. Debe estar en uno de sus viajes largos por el gran venado que siempre se le escapa. Me retiro del bar y dirijo al cuartel de las fuerzas armadas. Saludo a los guardias. Me pregunta que preciso. Sin decir nada bajo de mi careta el venado más grande que tengo. Para ustedes por su ayuda se los dejo. Con esas pocas palabras me retiro. Los soldados contentos y agradecido intentaban entrarlo. Al no poder entre dos llamaron a dos más. Aun me sorprende lo pequeños que son. Sigo mi camino hasta un grupo de casas algo maltrechas y abandonadas. Hola Mer tanto tiempo. Me saluda Orin la jefa de la familia. Su familia no es toda de sangre. Ellos se dedican a cuidar a enfermos y chicos huérfanos. Hola señora le traje algo, le contesto. Le bajo el ultimo venado y varios de los conejos que tenía. Ellos no tienen un gran poder adquisitivo por sus gastos. Siempre deciden gastar su dinero para ayudar al que lo necesita. Yo cada vez que bajo les traigo algo. Casi todos los cazadores lo hacemos. Como forma de agradecimientos. Ya que casi siempre nos herimos y ellos nos curan. Me voy luego de tomar una taza de té con ellos. Todos me saludan a irme. A la salida con mi cerveza y unos alimentos más. Me intercepta el oficial de justicia. Me menciona que prefieren que todos los ciudadanos estén en la cuidad y los que se encuentre en las lejanías de ella, que se acerquen y serán bien recibidos. Yo solté una carcajada y le contesté, suerte sacando a los cazadores de su bosque. Me pidió que lo hable con los demás cazadores, que a mí me iban a escuchar más. Con una mueca solo le conteste que lo intentaría, pero no prometo nada.

Entre los cazadores que me cruzaba le informa sobre lo que me dijo el oficial. Y que en dos días haríamos una reunión en las cuevas del este. Pasan los días, los cuernos retumban en el bosque y me dirijo a la reunión. Al llegar se encuentran casi todos. Llega el gran patriarca acompañado por su compañera de vida la gran matriarca. Ellos fueron la primera familia en cazar en estos bosques y los padres de Astorim. La gran matriarca pide silencio entre las dicciones y todos callan. Da el inicio a la palabra. Diciendo que ya todos sabemos lo que nos piden. Pero también sabemos que este es nuestro bosque y mejor que nosotros nadie la conoce. Nadie es mejor que nosotros para protegerlo. La ciudad es una jaula donde perderíamos toda esperanza. De esta manera no hay nada más para discutir. Nos quedaremos en el bosque. Les pido a los cazadores del norte y del sur que vengan se vengan al este. Ellos asienten con la cabeza sin dudarlo. Los cazadores a pesar que estemos alejados somos una gran familia y nunca dudamos en acudir si alguien necesita ayuda.

No les mentiré. Ya tuvimos soldados de Brotan rondando. Son pequeños grupos. Los hemos erradicado y logrados que se retiren. Por ahora son poco y les cuesta moverse en nuestro terreno. Pero si vienen más necesitamos ayuda. Traigan todo lo que necesiten. Las cabañas del este los recibirán. 

Soy el único cazador del oeste. Y no me iba a negar a quedarme a pelar. Voy a la caza de Astorim. Me pareció raro que no esté en la reunión. Llevo todo me equipo. Arcos de sobra, Flechas que siempre hago cuando no estoy ocupado o no puedo dormir. Desenterré mi pasado y también lo traje. Un viejo escudo redondo, con su espada de una mano. Anochece y me acerco a la casa. No veo ninguna luz. Ya es raro que no este, ningún cazador se niega al llamado del cuerno. 

Ciento un zumbido en el aire. Una flecha pasa cerca de mi cara y se clava en el árbol por detrás de mí. Una sombra sale de los arbustos, con un filo escondido. Intenta apuñalarme, pero golpea mi escudo. Saco mi espada y desaparece entre los árboles. Me preparo. Vuelven los zumbidos. Salto para atrás esquivando flechas. Es rápido no se lo ve

¿Ser un soldado? Lo siento por detrás y roto velozmente con mi viejo filo. Me esquiva y se recuera para atacarme. Esquivo y arremeto desde arriba con la espada. Salta hacia atrás, tira unos cuchillos. Me logro cubrir con el escudo. Mi espada se quedó trabada en una raíz, tironeo y no la puedo sacar. Se lo escucha correr y de la nada salta, golpeándome y obligándome a soltar mi espada. Retrocedo a unos árboles cercanos. Saco mi arco, miro para atrás y no esta. Hago unos pasos. Escucho un sonido de unas cuerdas, unas ramas romper y a unos metros se ve un troco caer. Cuatro cuerdas se me acercan y una red me levan del suelo. El sujeto ágilmente se acerca con el cuchillo. De fondo se escuchó un alto de una vos conocida. Mi amiga Astorim. Le dice que soy aliado y ordena para que me baje y ayude con mis cosas. Muy poco sutil corta la cuerda dejándome caer y soltando la red. Entrando a la cabaña noto que Astorim está herida y rengueado. 

— ¿Qué sucedió? (le pregunto preocupado).

— Me alcanzo una flecha de un soldado Brotan. Parecen una plaga. 

— ¿Te has curado?

— Si, ya lo he hecho.

— Haber déjame ver eso —me da su pierna—. Nunca fuiste buena con esto. No me sorprende ver tu herida. 

— ¿Y ese pequeño asesino enmascarado que te acompaña? ¿Es tu hijo?

— se saca la máscara y deja caer una cabellera largar— Soy su hija. ¿Qué se siente que una mujer te derribe?, grandote.

— Pro el carácter no dudo que sea tu hija. ¿Por qué nunca antes supe de ella?  

— Yo nunca voy a oeste y muy poco voy a la ciudad. Y nunca vienes a este. ¿Qué te sorprende? 

— Y a pesar de toda nuestra amistad perdura. Esta vez me trajeron situaciones especiales.

— ¿Mis padres los reunieron a todos?

— Si.

— Sera mucho mejor. Cada vez se ven más soldados y últimamente se escuchan arboles caer.

— Deben querer establecer una base de este lado.

En la guerra por el oriente hacíamos lo mismo.

— Astorim hace una mueca— Meredick Trae cerveza que nuestro invitado debe tener sed.

Van llegando todas las familias de cazadores al pasar los días. Los hijos más chicos se despiden de sus familiares y son envidos a la ciudad con los abuelos. Padres, esposas, madres cazadoras e hijos quedan para lucha juntos. Somos pocos y a duras penas pasmos los cien. Las fuerzas armadas de Calem no mandara soldados. Ellos no saben cómo manejarse en el bosque y no creen que entrara un grupo del ejercito enemigo por este lado. 

El bosque nos canta su dulce melodía, las cálidas raíces nos abrasan y los grandes árboles nos protegen. Un ruido retumbante a choque de hierro y refunfuñar de caballos rompe el duce canto. Los pasos de soldados retumban en las ramas. Un grupo numeroso de soldados invade el bosque lentamente y atentos. El mínimo sonido de las aves los asusta. El aire se llena de zumbidos constantes. Pequeños y filosos aviones de huesos, piedra y hierro atraviesan en silencio a muchos de ellos. Los soldados caen como moscas. Cazadores detrás de árboles y entre las ramas disparan sus flechas. Escondidos por su bosque. Se protegen dentro de su caparazón echo de escudos. El rebote de las flechas hace recordar las fuertes lluvias de verano. La lluvia cesa y los caparazones no se dispersan cuesta abajo. Estruendo, ramas romperse y fuertes goles se escuchan. Soldados levantan escudos, pero la frondosidad del bosque no les permite ver más que unos metros. Troncos y rocas gigantes caen destrozando todo a su paso. Ya es tarde para esquivarlos. Caen de todas direcciones y a gran velocidad. Muchos soldados son aplastados y el resto que queda huyen por donde vinieron. Hebijones rápidos y sigilosos los persiguen matando a todo el que toca. Los pocos soldados que salen a un claro mirando hacia tras y notando que ya no los persiguen. Al enfocar su frente se topan con un muro enorme. Un muro de hombres osos muy enojados. No se irán tan fácil mente. Peleamos cuerpo a cuerpo. Nuestra furia arazá con ellos. Pocos escapan de esa masacre. Meredick quiere matar a uno de los ultimo con sus flechas. Yo la detengo y le pido que lo deje. Mejor que haya más para esparcir el miedo. Pero en realidad hay que preparase por que vendrán más soldados. 

Al poco tiempo vuelve la relajante melodía del bosque. Y todo el estruendo de la batalla se pierde como la caída de un gigante verde dentro del bosque. Pasan los días y nos relajamos. Patrullas de soldados se adentran cada vez más precavidos y más adentro del manto verde. Somos pocos y también sufrimos el calor de la batalla. Los cadáveres de ellos pintan el suelo boscoso del bosque. Nuestros cadáveres son entregados al dulce, tierno y delicado abrazos de las raíces. Los heridos siguen peleando. Ellos se recuran rápido como si el mismo bosque le diera más vida y los espíritus de los caídos le dirán protección divina. 

Cae la noche y antorchas reflejadas en espejos de hierro cortan la dulce tinieblas de nuestro hogar. Preparados y esperando en nuestra tiniebla que nos vio crecer y nos protege cada noche desde nuestro nacimiento. Son muchas más soldados que convierten en día la penumbra del bosque. Olemos su miedo escondido tras sus caparazones de hierro. Ellos sienten los dientes desgarrando su carne y el aliento de la bestia del bosque destrozando su alma. 

Los soldados agitados atacan lo que se recruza.

Cortan ramas finas con sus grandes espadas. Salen de la formación atacado trocos caídos con la silueta de personas. Se asustan de piedras con formas de dragan y demonios. De los aires caen panales de abejas sobre ellos. Flechas escondidas detrás de ellos. Del suelo brotan pequeños demoños ajiles con sus cuchillos y destazando al que se cruce en su camino. Se dispersan. Corren tras árboles y muchos desaparecen. Otros salen con un tambaleo en su caminar y cayendo a los pocos metros rebelando sus grandes heridas. Los que corren por el bosque caen en barrancos, son víctimas de trapas. Hoyos en el suelo con estacas, piedras colgantes y muchos terminan empalados en todas las trampas. Vamos ganando y sin mover un dedo. Pero de fondo se escucha el rugir de hombre. Los reagrupa a todos los que quedan o logran llegar a él. Se prearán tiran las antorchas cerca y esperan el ataque. Las pocas flechas que quedan vuela hacia él. Sus subordinados lo cubren con escudos. El su capitán y un buen capitán. Los pequeños demoños salen de la oscuridad. Detrás de ellos madres lobos con mucha furita y motivación para proteger a sus crías. Fuertes pasos y rugidos se escuchan. De la penumbra saltamos los grande hombres osos al ataque.

Rompemos sus defensas. Algunos caen a mi lado. Pero nuestra ferocidad acabara con ellos. Todos atacamos a la luz de las antorchas. El comándate le da más coraje. Blande su gran espada como su fuera una pluma y de un tajo mata a miembros de mi manada. Meredick pelea ágil mente derribando a muchos de ellos. Yo me ocupo del capitán cubriendo sus feroces ataques con mi escudo y haciéndole pequeños daños con mi espada. Meredick cae de espalda tras pelear con un rival muy formidable. Aztorim feroz mente se arrebata contra él. Pelea, pero cae herida sin poder levantarse y viendo como su hija va a morir. Él está por dar el golpe final. Los cazadores están cayendo, somos pocos. Un gruñido ensordecedor se escucha. Filas de dientes y puños con garras se acercan atraídos por el ruido a batalla, el hedor a cavar. El rival formidable este por matarla. Un aliento fétido rosa su nuca. Se da vuelta y enorme bestia de pelaje negro lo destaza de varios golpes. Lobos saltan sabré muchos soldados que intentan atacarlos. Mas osos pardos y negros aparecen atacando y destrozando soldados. Nosotros nos tiramos al suelo y cubrimos con nuestros pelajes. Las bestias del bosque nos huelen y pasan de atacarnos. El capitán ordena la retirada. Los soldados caen mientras intentan escapar de los guardianes del bosque. Todas las bestias los persiguen. Por ultimo va tras ellos el gran oso negro. Pero antes me queda mirando a los ojos fijamente como si me reconociera. Cuando se va corriendo deja ver sus cicatrices en su parte posterior. Es el oso que ningún cazado ha podido matar. El más grande, fuerte y salvaje de todos. Es el rey del bosque. 

Tenemos muchos heridos. Nos preparamos para retirarnos. Hemos resistidos muchos. Yo me encuentro bien. Alguna herida lleva mi cuerpo. Me despido de Astorim, se encuentra muy herida. Todos se van yo me quedo para dar aviso si viene más soldados de ese lado. Pasan días y el bosque vuelve a su tranquilidad y armonía. Hasta te da a pensar que ya se rindieron en entrar por este lado. Ni pequeños grupos de reconocimiento he visto. Esa noche me acuesto a dormir. Despierto cuando la luz del sol a traviesa la ventana. Pero algo me parece raro porque esa ventana de esta cabaña da directamente la vista a mi cabaña. Se siente un hedor a humo y un fuerte rugido. Abro la ventana y el bosque está iluminado. La cabaña eta rodia de luz ardiente. Me subo al techo. Sé que este es el final y no lo puedo evitar. La gran bestia roja y su pelaje naranja brillante viene resoplando y rugiendo a lo ancho del bosque. Reclama todo a su paso. Se come todos los cadáveres desparramados por esta batalla. Su grito del infierno no me atemoriza. Gritando la enfrento. Yo estoy con mi escudo y mi espada. Peleando viví, peleando moriré y peleando este bosque me vera caer. Una briza fuerte y caliente con llamaradas ardientes atraviesan la cabaña y un fuerte rugido despierta a la gran ciudad Calem llamándolos a la batalla. 

Este rugido no se detiene y atraviesa montañas, valles, puertas de muchos reinos y ciudades libres. El reino de Brotan tiembla. En sus paredes retumba el sonido de armaduras, escudos, espadas y soldado a la macha. El rey de despierta rodeado de muchas banderas. Banderas amigas, vaderas enemigas, vaderas que muy pocos reconocían. Brotan no caerá por culpa de los nobles. Gritan su cuidamos en la calle. Ellos atrapan a sus nobles y los entregan en sus calles. Todos fueron despojados de sus riquezas y exiliados a vagar en el bosque salvaje que tanto miedo les provoca. El rey fue traicionado y entregado por su propio león de batalla. Lo encerraron en su propia jaula de hierro perdida en el bosque negro de Calem y custodiado por todas esas almas que vagan en sus cenizas. Para finalmente ser tragado por su vida resurgente de los gigantes verdes que lo rodeaban.

  

Fin.

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