Escudero del bosque.
Prologo:
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Escudero del bosque.
Hay historias que se pierden atrás ves del tiempo. Relatos que solo
se cuentan al poco tiempo de su surgimiento. Luego son enterrado por
una historia más grande o por el pasar de los tiempos.
Soy Merbom y si conoces esta historia es porque no morí en vano.
Vivo a las afueras de la ciudad de Calem. Calen se encuentra en un
valle escondido y hace que su relieve es muy particular y su bosque
muy difícil de transitar. Esto favorece a la ciudad, haciéndola una
fortaleza casi imposible de invadir.
Me gusta mi cabaña entre el bosque solitario. No me gusta el ruido
de la ciudad y más ahora que estamos en conflictos con un reino
vecino del este. Mi cabaña se encuentra al oeste. Y como está más
alejada de la ciudad esto me permitió ubicarlo en un terreno más
alto. Cada mañana el sol pega antes en mis ventanas y me levanto
para admirar la hermosura de Calem. Al estar más abajo en el centro
del valle la luz solar llega un poco más tarde. Y gracias a eso me
permite admirarla cada día en sus primeros rallos reflejados en sus
muros de granito.
Calem es una ciudad mercantil ubicada justo en un paso por la
montaña. Sus pobladores se dedican a la venta y abastecimientos de
las caravanas que pasan. Hace unos meces el rey de Brotan la quiso
declara como parte de su reino y cobrar impuesto sobre nosotros. Los
cuídanos de se resistieron y echaron a los soldados de su reino.
Como dije es una fortaleza por su ubicación y es muy difícil llegar
a ella si no lo hacen por las rutas principales.
Nuestro líder tiene muchos amigos nobles y reyes en su familia.
Ellos nos apoyaron con soldados para protegernos. Su única tarea es
dedicarse a proteger la ciudad y las rutas principales a ella.
El Rey Esmel de Brotan se preparó para la guerra. Quiere esta
ciudad a toda costa. Su ejército es grande pero no puede entrar todo
junto a la vez. Y El comandante de la fuerza armada de Calem,
nombrados de esa manera por lo cuídanos, los repelieron fácilmente
en ambas entradas de la ciudad. Tras esa victoria las fuerzas
armadas crecieron. Jóvenes de Calen se les unieron y aprenden a
defender la ciudad que los vio nacer.
Desde mi cabaña veo todo, desde mi cabaña siento el bosque. Bajo a
la ciudad por un poco de cerveza que ya no tenía. Guardias me paran
y revisan mi carreta y buey. Me acerco a ellos y me sorprende que
soldados tan pequeños cuiden la ciudad. Uno de los guardas me mira
atemorizado. Y de fondo se escucha al oficial de justicia diciendo.
Déjenlo pasar. Él es uno de los cazadores que vive al borde cerca de
la sima del valle. En mi carreta traigo tres venados grandes y unos
conejos para intercambiar. Voy al bar y le cambio uno de mis por
unos barriles de su exquisita cerveza. Me pregunta si logre cruzarme
a Aztorim uno de los principales cazares del Este. Le comento que
no. Es la primera vez que bajo a la ciudad desde que comenzó todo.
Debe estar en uno de sus viajes largos por el gran venado que
siempre se le escapa. Me retiro del bar y dirijo al cuartel de las
fuerzas armadas. Saludo a los guardias. Me pregunta que preciso. Sin
decir nada bajo de mi careta el venado más grande que tengo. Para
ustedes por su ayuda se los dejo. Con esas pocas palabras me retiro.
Los soldados contentos y agradecido intentaban entrarlo. Al no poder
entre dos llamaron a dos más. Aun me sorprende lo pequeños que son.
Sigo mi camino hasta un grupo de casas algo maltrechas y
abandonadas. Hola Mer tanto tiempo. Me saluda Orin la jefa de la
familia. Su familia no es toda de sangre. Ellos se dedican a cuidar
a enfermos y chicos huérfanos. Hola señora le traje algo, le
contesto. Le bajo el ultimo venado y varios de los conejos que
tenía. Ellos no tienen un gran poder adquisitivo por sus gastos.
Siempre deciden gastar su dinero para ayudar al que lo necesita. Yo
cada vez que bajo les traigo algo. Casi todos los cazadores lo
hacemos. Como forma de agradecimientos. Ya que casi siempre nos
herimos y ellos nos curan. Me voy luego de tomar una taza de té con
ellos. Todos me saludan a irme. A la salida con mi cerveza y unos
alimentos más. Me intercepta el oficial de justicia. Me menciona que
prefieren que todos los ciudadanos estén en la cuidad y los que se
encuentre en las lejanías de ella, que se acerquen y serán bien
recibidos. Yo solté una carcajada y le contesté, suerte sacando a
los cazadores de su bosque. Me pidió que lo hable con los demás
cazadores, que a mí me iban a escuchar más. Con una mueca solo le
conteste que lo intentaría, pero no prometo nada.
Entre los cazadores que me cruzaba le informa sobre lo que me dijo
el oficial. Y que en dos días haríamos una reunión en las cuevas del
este. Pasan los días, los cuernos retumban en el bosque y me dirijo
a la reunión. Al llegar se encuentran casi todos. Llega el gran
patriarca acompañado por su compañera de vida la gran matriarca.
Ellos fueron la primera familia en cazar en estos bosques y los
padres de Astorim. La gran matriarca pide silencio entre las
dicciones y todos callan. Da el inicio a la palabra. Diciendo que ya
todos sabemos lo que nos piden. Pero también sabemos que este es
nuestro bosque y mejor que nosotros nadie la conoce. Nadie es mejor
que nosotros para protegerlo. La ciudad es una jaula donde
perderíamos toda esperanza. De esta manera no hay nada más para
discutir. Nos quedaremos en el bosque. Les pido a los cazadores del
norte y del sur que vengan se vengan al este. Ellos asienten con la
cabeza sin dudarlo. Los cazadores a pesar que estemos alejados somos
una gran familia y nunca dudamos en acudir si alguien necesita
ayuda.
No les mentiré. Ya tuvimos soldados de Brotan rondando. Son
pequeños grupos. Los hemos erradicado y logrados que se retiren. Por
ahora son poco y les cuesta moverse en nuestro terreno. Pero si
vienen más necesitamos ayuda. Traigan todo lo que necesiten. Las
cabañas del este los recibirán.
Soy el único cazador del oeste. Y no me iba a negar a quedarme a
pelar. Voy a la caza de Astorim. Me pareció raro que no esté en la
reunión. Llevo todo me equipo. Arcos de sobra, Flechas que siempre
hago cuando no estoy ocupado o no puedo dormir. Desenterré mi pasado
y también lo traje. Un viejo escudo redondo, con su espada de una
mano. Anochece y me acerco a la casa. No veo ninguna luz. Ya es raro
que no este, ningún cazador se niega al llamado del
cuerno.
Ciento un zumbido en el aire. Una flecha pasa cerca de mi cara y se
clava en el árbol por detrás de mí. Una sombra sale de los arbustos,
con un filo escondido. Intenta apuñalarme, pero golpea mi escudo.
Saco mi espada y desaparece entre los árboles. Me preparo. Vuelven
los zumbidos. Salto para atrás esquivando flechas. Es rápido no se
lo ve
¿Ser un soldado? Lo siento por detrás y roto velozmente con mi
viejo filo. Me esquiva y se recuera para atacarme. Esquivo y
arremeto desde arriba con la espada. Salta hacia atrás, tira unos
cuchillos. Me logro cubrir con el escudo. Mi espada se quedó trabada
en una raíz, tironeo y no la puedo sacar. Se lo escucha correr y de
la nada salta, golpeándome y obligándome a soltar mi espada.
Retrocedo a unos árboles cercanos. Saco mi arco, miro para atrás y
no esta. Hago unos pasos. Escucho un sonido de unas cuerdas, unas
ramas romper y a unos metros se ve un troco caer. Cuatro cuerdas se
me acercan y una red me levan del suelo. El sujeto ágilmente se
acerca con el cuchillo. De fondo se escuchó un alto de una vos
conocida. Mi amiga Astorim. Le dice que soy aliado y ordena para que
me baje y ayude con mis cosas. Muy poco sutil corta la cuerda
dejándome caer y soltando la red. Entrando a la cabaña noto que
Astorim está herida y rengueado.
— ¿Qué sucedió? (le pregunto preocupado).
— Me alcanzo una flecha de un soldado Brotan. Parecen una
plaga.
— ¿Te has curado?
— Si, ya lo he hecho.
— Haber déjame ver eso —me da su pierna—. Nunca fuiste buena con
esto. No me sorprende ver tu herida.
— ¿Y ese pequeño asesino enmascarado que te acompaña? ¿Es tu
hijo?
— se saca la máscara y deja caer una cabellera largar— Soy su hija.
¿Qué se siente que una mujer te derribe?, grandote.
— Pro el carácter no dudo que sea tu hija. ¿Por qué nunca antes
supe de ella?
— Yo nunca voy a oeste y muy poco voy a la ciudad. Y nunca vienes a
este. ¿Qué te sorprende?
— Y a pesar de toda nuestra amistad perdura. Esta vez me trajeron
situaciones especiales.
— ¿Mis padres los reunieron a todos?
— Si.
— Sera mucho mejor. Cada vez se ven más soldados y últimamente se
escuchan arboles caer.
— Deben querer establecer una base de este lado.
En la guerra por el oriente hacíamos lo mismo.
— Astorim hace una mueca— Meredick Trae cerveza que nuestro
invitado debe tener sed.
Van llegando todas las familias de cazadores al pasar los días. Los
hijos más chicos se despiden de sus familiares y son envidos a la
ciudad con los abuelos. Padres, esposas, madres cazadoras e hijos
quedan para lucha juntos. Somos pocos y a duras penas pasmos los
cien. Las fuerzas armadas de Calem no mandara soldados. Ellos no
saben cómo manejarse en el bosque y no creen que entrara un grupo
del ejercito enemigo por este lado.
El bosque nos canta su dulce melodía, las cálidas raíces nos
abrasan y los grandes árboles nos protegen. Un ruido retumbante a
choque de hierro y refunfuñar de caballos rompe el duce canto. Los
pasos de soldados retumban en las ramas. Un grupo numeroso de
soldados invade el bosque lentamente y atentos. El mínimo sonido de
las aves los asusta. El aire se llena de zumbidos constantes.
Pequeños y filosos aviones de huesos, piedra y hierro atraviesan en
silencio a muchos de ellos. Los soldados caen como moscas. Cazadores
detrás de árboles y entre las ramas disparan sus flechas. Escondidos
por su bosque. Se protegen dentro de su caparazón echo de escudos.
El rebote de las flechas hace recordar las fuertes lluvias de
verano. La lluvia cesa y los caparazones no se dispersan cuesta
abajo. Estruendo, ramas romperse y fuertes goles se escuchan.
Soldados levantan escudos, pero la frondosidad del bosque no les
permite ver más que unos metros. Troncos y rocas gigantes caen
destrozando todo a su paso. Ya es tarde para esquivarlos. Caen de
todas direcciones y a gran velocidad. Muchos soldados son aplastados
y el resto que queda huyen por donde vinieron. Hebijones rápidos y
sigilosos los persiguen matando a todo el que toca. Los pocos
soldados que salen a un claro mirando hacia tras y notando que ya no
los persiguen. Al enfocar su frente se topan con un muro enorme. Un
muro de hombres osos muy enojados. No se irán tan fácil mente.
Peleamos cuerpo a cuerpo. Nuestra furia arazá con ellos. Pocos
escapan de esa masacre. Meredick quiere matar a uno de los ultimo
con sus flechas. Yo la detengo y le pido que lo deje. Mejor que haya
más para esparcir el miedo. Pero en realidad hay que preparase por
que vendrán más soldados.
Al poco tiempo vuelve la relajante melodía del bosque. Y todo el
estruendo de la batalla se pierde como la caída de un gigante verde
dentro del bosque. Pasan los días y nos relajamos. Patrullas de
soldados se adentran cada vez más precavidos y más adentro del manto
verde. Somos pocos y también sufrimos el calor de la batalla. Los
cadáveres de ellos pintan el suelo boscoso del bosque. Nuestros
cadáveres son entregados al dulce, tierno y delicado abrazos de las
raíces. Los heridos siguen peleando. Ellos se recuran rápido como si
el mismo bosque le diera más vida y los espíritus de los caídos le
dirán protección divina.
Cae la noche y antorchas reflejadas en espejos de hierro cortan la
dulce tinieblas de nuestro hogar. Preparados y esperando en nuestra
tiniebla que nos vio crecer y nos protege cada noche desde nuestro
nacimiento. Son muchas más soldados que convierten en día la
penumbra del bosque. Olemos su miedo escondido tras sus caparazones
de hierro. Ellos sienten los dientes desgarrando su carne y el
aliento de la bestia del bosque destrozando su alma.
Los soldados agitados atacan lo que se recruza.
Cortan ramas finas con sus grandes espadas. Salen de la formación
atacado trocos caídos con la silueta de personas. Se asustan de
piedras con formas de dragan y demonios. De los aires caen panales
de abejas sobre ellos. Flechas escondidas detrás de ellos. Del suelo
brotan pequeños demoños ajiles con sus cuchillos y destazando al que
se cruce en su camino. Se dispersan. Corren tras árboles y muchos
desaparecen. Otros salen con un tambaleo en su caminar y cayendo a
los pocos metros rebelando sus grandes heridas. Los que corren por
el bosque caen en barrancos, son víctimas de trapas. Hoyos en el
suelo con estacas, piedras colgantes y muchos terminan empalados en
todas las trampas. Vamos ganando y sin mover un dedo. Pero de fondo
se escucha el rugir de hombre. Los reagrupa a todos los que quedan o
logran llegar a él. Se prearán tiran las antorchas cerca y esperan
el ataque. Las pocas flechas que quedan vuela hacia él. Sus
subordinados lo cubren con escudos. El su capitán y un buen capitán.
Los pequeños demoños salen de la oscuridad. Detrás de ellos madres
lobos con mucha furita y motivación para proteger a sus crías.
Fuertes pasos y rugidos se escuchan. De la penumbra saltamos los
grande hombres osos al ataque.
Rompemos sus defensas. Algunos caen a mi lado. Pero nuestra
ferocidad acabara con ellos. Todos atacamos a la luz de las
antorchas. El comándate le da más coraje. Blande su gran espada como
su fuera una pluma y de un tajo mata a miembros de mi manada.
Meredick pelea ágil mente derribando a muchos de ellos. Yo me ocupo
del capitán cubriendo sus feroces ataques con mi escudo y haciéndole
pequeños daños con mi espada. Meredick cae de espalda tras pelear
con un rival muy formidable. Aztorim feroz mente se arrebata contra
él. Pelea, pero cae herida sin poder levantarse y viendo como su
hija va a morir. Él está por dar el golpe final. Los cazadores están
cayendo, somos pocos. Un gruñido ensordecedor se escucha. Filas de
dientes y puños con garras se acercan atraídos por el ruido a
batalla, el hedor a cavar. El rival formidable este por matarla. Un
aliento fétido rosa su nuca. Se da vuelta y enorme bestia de pelaje
negro lo destaza de varios golpes. Lobos saltan sabré muchos
soldados que intentan atacarlos. Mas osos pardos y negros aparecen
atacando y destrozando soldados. Nosotros nos tiramos al suelo y
cubrimos con nuestros pelajes. Las bestias del bosque nos huelen y
pasan de atacarnos. El capitán ordena la retirada. Los soldados caen
mientras intentan escapar de los guardianes del bosque. Todas las
bestias los persiguen. Por ultimo va tras ellos el gran oso negro.
Pero antes me queda mirando a los ojos fijamente como si me
reconociera. Cuando se va corriendo deja ver sus cicatrices en su
parte posterior. Es el oso que ningún cazado ha podido matar. El más
grande, fuerte y salvaje de todos. Es el rey del bosque.
Tenemos muchos heridos. Nos preparamos para retirarnos. Hemos
resistidos muchos. Yo me encuentro bien. Alguna herida lleva mi
cuerpo. Me despido de Astorim, se encuentra muy herida. Todos se van
yo me quedo para dar aviso si viene más soldados de ese lado. Pasan
días y el bosque vuelve a su tranquilidad y armonía. Hasta te da a
pensar que ya se rindieron en entrar por este lado. Ni pequeños
grupos de reconocimiento he visto. Esa noche me acuesto a dormir.
Despierto cuando la luz del sol a traviesa la ventana. Pero algo me
parece raro porque esa ventana de esta cabaña da directamente la
vista a mi cabaña. Se siente un hedor a humo y un fuerte rugido.
Abro la ventana y el bosque está iluminado. La cabaña eta rodia de
luz ardiente. Me subo al techo. Sé que este es el final y no lo
puedo evitar. La gran bestia roja y su pelaje naranja brillante
viene resoplando y rugiendo a lo ancho del bosque. Reclama todo a su
paso. Se come todos los cadáveres desparramados por esta batalla. Su
grito del infierno no me atemoriza. Gritando la enfrento. Yo estoy
con mi escudo y mi espada. Peleando viví, peleando moriré y peleando
este bosque me vera caer. Una briza fuerte y caliente con llamaradas
ardientes atraviesan la cabaña y un fuerte rugido despierta a la
gran ciudad Calem llamándolos a la batalla.
Este rugido no se detiene y atraviesa montañas, valles, puertas de
muchos reinos y ciudades libres. El reino de Brotan tiembla. En sus
paredes retumba el sonido de armaduras, escudos, espadas y soldado a
la macha. El rey de despierta rodeado de muchas banderas. Banderas
amigas, vaderas enemigas, vaderas que muy pocos reconocían. Brotan
no caerá por culpa de los nobles. Gritan su cuidamos en la calle.
Ellos atrapan a sus nobles y los entregan en sus calles. Todos
fueron despojados de sus riquezas y exiliados a vagar en el bosque
salvaje que tanto miedo les provoca. El rey fue traicionado y
entregado por su propio león de batalla. Lo encerraron en su propia
jaula de hierro perdida en el bosque negro de Calem y custodiado por
todas esas almas que vagan en sus cenizas. Para finalmente ser
tragado por su vida resurgente de los gigantes verdes que lo
rodeaban.
Hay historias que se pierden atrás ves del tiempo. Relatos que solo
se cuentan al poco tiempo de su surgimiento. Luego son enterrado por
una historia más grande o por el pasar de los tiempos.
Soy Merbom y si conoces esta historia es porque no morí en vano.
Vivo a las afueras de la ciudad de Calem. Calen se encuentra en un
valle escondido y hace que su relieve es muy particular y su bosque
muy difícil de transitar. Esto favorece a la ciudad, haciéndola una
fortaleza casi imposible de invadir.
Me gusta mi cabaña entre el bosque solitario. No me gusta el ruido
de la ciudad y más ahora que estamos en conflictos con un reino
vecino del este. Mi cabaña se encuentra al oeste. Y como está más
alejada de la ciudad esto me permitió ubicarlo en un terreno más
alto. Cada mañana el sol pega antes en mis ventanas y me levanto
para admirar la hermosura de Calem. Al estar más abajo en el centro
del valle la luz solar llega un poco más tarde. Y gracias a eso me
permite admirarla cada día en sus primeros rallos reflejados en sus
muros de granito.
Calem es una ciudad mercantil ubicada justo en un paso por la
montaña. Sus pobladores se dedican a la venta y abastecimientos de
las caravanas que pasan. Hace unos meces el rey de Brotan la quiso
declara como parte de su reino y cobrar impuesto sobre nosotros. Los
cuídanos de se resistieron y echaron a los soldados de su reino.
Como dije es una fortaleza por su ubicación y es muy difícil llegar
a ella si no lo hacen por las rutas principales.
Nuestro líder tiene muchos amigos nobles y reyes en su familia.
Ellos nos apoyaron con soldados para protegernos. Su única tarea es
dedicarse a proteger la ciudad y las rutas principales a ella.
El Rey Esmel de Brotan se preparó para la guerra. Quiere esta
ciudad a toda costa. Su ejército es grande pero no puede entrar todo
junto a la vez. Y El comandante de la fuerza armada de Calem,
nombrados de esa manera por lo cuídanos, los repelieron fácilmente
en ambas entradas de la ciudad. Tras esa victoria las fuerzas
armadas crecieron. Jóvenes de Calen se les unieron y aprenden a
defender la ciudad que los vio nacer.
Desde mi cabaña veo todo, desde mi cabaña siento el bosque. Bajo a
la ciudad por un poco de cerveza que ya no tenía. Guardias me paran
y revisan mi carreta y buey. Me acerco a ellos y me sorprende que
soldados tan pequeños cuiden la ciudad. Uno de los guardas me mira
atemorizado. Y de fondo se escucha al oficial de justicia diciendo.
Déjenlo pasar. Él es uno de los cazadores que vive al borde cerca de
la sima del valle. En mi carreta traigo tres venados grandes y unos
conejos para intercambiar. Voy al bar y le cambio uno de mis por
unos barriles de su exquisita cerveza. Me pregunta si logre cruzarme
a Aztorim uno de los principales cazares del Este. Le comento que
no. Es la primera vez que bajo a la ciudad desde que comenzó todo.
Debe estar en uno de sus viajes largos por el gran venado que
siempre se le escapa. Me retiro del bar y dirijo al cuartel de las
fuerzas armadas. Saludo a los guardias. Me pregunta que preciso. Sin
decir nada bajo de mi careta el venado más grande que tengo. Para
ustedes por su ayuda se los dejo. Con esas pocas palabras me retiro.
Los soldados contentos y agradecido intentaban entrarlo. Al no poder
entre dos llamaron a dos más. Aun me sorprende lo pequeños que son.
Sigo mi camino hasta un grupo de casas algo maltrechas y
abandonadas. Hola Mer tanto tiempo. Me saluda Orin la jefa de la
familia. Su familia no es toda de sangre. Ellos se dedican a cuidar
a enfermos y chicos huérfanos. Hola señora le traje algo, le
contesto. Le bajo el ultimo venado y varios de los conejos que
tenía. Ellos no tienen un gran poder adquisitivo por sus gastos.
Siempre deciden gastar su dinero para ayudar al que lo necesita. Yo
cada vez que bajo les traigo algo. Casi todos los cazadores lo
hacemos. Como forma de agradecimientos. Ya que casi siempre nos
herimos y ellos nos curan. Me voy luego de tomar una taza de té con
ellos. Todos me saludan a irme. A la salida con mi cerveza y unos
alimentos más. Me intercepta el oficial de justicia. Me menciona que
prefieren que todos los ciudadanos estén en la cuidad y los que se
encuentre en las lejanías de ella, que se acerquen y serán bien
recibidos. Yo solté una carcajada y le contesté, suerte sacando a
los cazadores de su bosque. Me pidió que lo hable con los demás
cazadores, que a mí me iban a escuchar más. Con una mueca solo le
conteste que lo intentaría, pero no prometo nada.
Entre los cazadores que me cruzaba le informa sobre lo que me dijo
el oficial. Y que en dos días haríamos una reunión en las cuevas del
este. Pasan los días, los cuernos retumban en el bosque y me dirijo
a la reunión. Al llegar se encuentran casi todos. Llega el gran
patriarca acompañado por su compañera de vida la gran matriarca.
Ellos fueron la primera familia en cazar en estos bosques y los
padres de Astorim. La gran matriarca pide silencio entre las
dicciones y todos callan. Da el inicio a la palabra. Diciendo que ya
todos sabemos lo que nos piden. Pero también sabemos que este es
nuestro bosque y mejor que nosotros nadie la conoce. Nadie es mejor
que nosotros para protegerlo. La ciudad es una jaula donde
perderíamos toda esperanza. De esta manera no hay nada más para
discutir. Nos quedaremos en el bosque. Les pido a los cazadores del
norte y del sur que vengan se vengan al este. Ellos asienten con la
cabeza sin dudarlo. Los cazadores a pesar que estemos alejados somos
una gran familia y nunca dudamos en acudir si alguien necesita
ayuda.
No les mentiré. Ya tuvimos soldados de Brotan rondando. Son
pequeños grupos. Los hemos erradicado y logrados que se retiren. Por
ahora son poco y les cuesta moverse en nuestro terreno. Pero si
vienen más necesitamos ayuda. Traigan todo lo que necesiten. Las
cabañas del este los recibirán.
Soy el único cazador del oeste. Y no me iba a negar a quedarme a
pelar. Voy a la caza de Astorim. Me pareció raro que no esté en la
reunión. Llevo todo me equipo. Arcos de sobra, Flechas que siempre
hago cuando no estoy ocupado o no puedo dormir. Desenterré mi pasado
y también lo traje. Un viejo escudo redondo, con su espada de una
mano. Anochece y me acerco a la casa. No veo ninguna luz. Ya es raro
que no este, ningún cazador se niega al llamado del
cuerno.
Ciento un zumbido en el aire. Una flecha pasa cerca de mi cara y se
clava en el árbol por detrás de mí. Una sombra sale de los arbustos,
con un filo escondido. Intenta apuñalarme, pero golpea mi escudo.
Saco mi espada y desaparece entre los árboles. Me preparo. Vuelven
los zumbidos. Salto para atrás esquivando flechas. Es rápido no se
lo ve
¿Ser un soldado? Lo siento por detrás y roto velozmente con mi
viejo filo. Me esquiva y se recuera para atacarme. Esquivo y
arremeto desde arriba con la espada. Salta hacia atrás, tira unos
cuchillos. Me logro cubrir con el escudo. Mi espada se quedó trabada
en una raíz, tironeo y no la puedo sacar. Se lo escucha correr y de
la nada salta, golpeándome y obligándome a soltar mi espada.
Retrocedo a unos árboles cercanos. Saco mi arco, miro para atrás y
no esta. Hago unos pasos. Escucho un sonido de unas cuerdas, unas
ramas romper y a unos metros se ve un troco caer. Cuatro cuerdas se
me acercan y una red me levan del suelo. El sujeto ágilmente se
acerca con el cuchillo. De fondo se escuchó un alto de una vos
conocida. Mi amiga Astorim. Le dice que soy aliado y ordena para que
me baje y ayude con mis cosas. Muy poco sutil corta la cuerda
dejándome caer y soltando la red. Entrando a la cabaña noto que
Astorim está herida y rengueado.
— ¿Qué sucedió? (le pregunto preocupado).
— Me alcanzo una flecha de un soldado Brotan. Parecen una
plaga.
— ¿Te has curado?
— Si, ya lo he hecho.
— Haber déjame ver eso —me da su pierna—. Nunca fuiste buena con
esto. No me sorprende ver tu herida.
— ¿Y ese pequeño asesino enmascarado que te acompaña? ¿Es tu
hijo?
— se saca la máscara y deja caer una cabellera largar— Soy su hija.
¿Qué se siente que una mujer te derribe?, grandote.
— Pro el carácter no dudo que sea tu hija. ¿Por qué nunca antes
supe de ella?
— Yo nunca voy a oeste y muy poco voy a la ciudad. Y nunca vienes a
este. ¿Qué te sorprende?
— Y a pesar de toda nuestra amistad perdura. Esta vez me trajeron
situaciones especiales.
— ¿Mis padres los reunieron a todos?
— Si.
— Sera mucho mejor. Cada vez se ven más soldados y últimamente se
escuchan arboles caer.
— Deben querer establecer una base de este lado.
En la guerra por el oriente hacíamos lo mismo.
— Astorim hace una mueca— Meredick Trae cerveza que nuestro
invitado debe tener sed.
Van llegando todas las familias de cazadores al pasar los días. Los
hijos más chicos se despiden de sus familiares y son envidos a la
ciudad con los abuelos. Padres, esposas, madres cazadoras e hijos
quedan para lucha juntos. Somos pocos y a duras penas pasmos los
cien. Las fuerzas armadas de Calem no mandara soldados. Ellos no
saben cómo manejarse en el bosque y no creen que entrara un grupo
del ejercito enemigo por este lado.
El bosque nos canta su dulce melodía, las cálidas raíces nos
abrasan y los grandes árboles nos protegen. Un ruido retumbante a
choque de hierro y refunfuñar de caballos rompe el duce canto. Los
pasos de soldados retumban en las ramas. Un grupo numeroso de
soldados invade el bosque lentamente y atentos. El mínimo sonido de
las aves los asusta. El aire se llena de zumbidos constantes.
Pequeños y filosos aviones de huesos, piedra y hierro atraviesan en
silencio a muchos de ellos. Los soldados caen como moscas. Cazadores
detrás de árboles y entre las ramas disparan sus flechas. Escondidos
por su bosque. Se protegen dentro de su caparazón echo de escudos.
El rebote de las flechas hace recordar las fuertes lluvias de
verano. La lluvia cesa y los caparazones no se dispersan cuesta
abajo. Estruendo, ramas romperse y fuertes goles se escuchan.
Soldados levantan escudos, pero la frondosidad del bosque no les
permite ver más que unos metros. Troncos y rocas gigantes caen
destrozando todo a su paso. Ya es tarde para esquivarlos. Caen de
todas direcciones y a gran velocidad. Muchos soldados son aplastados
y el resto que queda huyen por donde vinieron. Hebijones rápidos y
sigilosos los persiguen matando a todo el que toca. Los pocos
soldados que salen a un claro mirando hacia tras y notando que ya no
los persiguen. Al enfocar su frente se topan con un muro enorme. Un
muro de hombres osos muy enojados. No se irán tan fácil mente.
Peleamos cuerpo a cuerpo. Nuestra furia arazá con ellos. Pocos
escapan de esa masacre. Meredick quiere matar a uno de los ultimo
con sus flechas. Yo la detengo y le pido que lo deje. Mejor que haya
más para esparcir el miedo. Pero en realidad hay que preparase por
que vendrán más soldados.
Al poco tiempo vuelve la relajante melodía del bosque. Y todo el
estruendo de la batalla se pierde como la caída de un gigante verde
dentro del bosque. Pasan los días y nos relajamos. Patrullas de
soldados se adentran cada vez más precavidos y más adentro del manto
verde. Somos pocos y también sufrimos el calor de la batalla. Los
cadáveres de ellos pintan el suelo boscoso del bosque. Nuestros
cadáveres son entregados al dulce, tierno y delicado abrazos de las
raíces. Los heridos siguen peleando. Ellos se recuran rápido como si
el mismo bosque le diera más vida y los espíritus de los caídos le
dirán protección divina.
Cae la noche y antorchas reflejadas en espejos de hierro cortan la
dulce tinieblas de nuestro hogar. Preparados y esperando en nuestra
tiniebla que nos vio crecer y nos protege cada noche desde nuestro
nacimiento. Son muchas más soldados que convierten en día la
penumbra del bosque. Olemos su miedo escondido tras sus caparazones
de hierro. Ellos sienten los dientes desgarrando su carne y el
aliento de la bestia del bosque destrozando su alma.
Los soldados agitados atacan lo que se recruza.
Cortan ramas finas con sus grandes espadas. Salen de la formación
atacado trocos caídos con la silueta de personas. Se asustan de
piedras con formas de dragan y demonios. De los aires caen panales
de abejas sobre ellos. Flechas escondidas detrás de ellos. Del suelo
brotan pequeños demoños ajiles con sus cuchillos y destazando al que
se cruce en su camino. Se dispersan. Corren tras árboles y muchos
desaparecen. Otros salen con un tambaleo en su caminar y cayendo a
los pocos metros rebelando sus grandes heridas. Los que corren por
el bosque caen en barrancos, son víctimas de trapas. Hoyos en el
suelo con estacas, piedras colgantes y muchos terminan empalados en
todas las trampas. Vamos ganando y sin mover un dedo. Pero de fondo
se escucha el rugir de hombre. Los reagrupa a todos los que quedan o
logran llegar a él. Se prearán tiran las antorchas cerca y esperan
el ataque. Las pocas flechas que quedan vuela hacia él. Sus
subordinados lo cubren con escudos. El su capitán y un buen capitán.
Los pequeños demoños salen de la oscuridad. Detrás de ellos madres
lobos con mucha furita y motivación para proteger a sus crías.
Fuertes pasos y rugidos se escuchan. De la penumbra saltamos los
grande hombres osos al ataque.
Rompemos sus defensas. Algunos caen a mi lado. Pero nuestra
ferocidad acabara con ellos. Todos atacamos a la luz de las
antorchas. El comándate le da más coraje. Blande su gran espada como
su fuera una pluma y de un tajo mata a miembros de mi manada.
Meredick pelea ágil mente derribando a muchos de ellos. Yo me ocupo
del capitán cubriendo sus feroces ataques con mi escudo y haciéndole
pequeños daños con mi espada. Meredick cae de espalda tras pelear
con un rival muy formidable. Aztorim feroz mente se arrebata contra
él. Pelea, pero cae herida sin poder levantarse y viendo como su
hija va a morir. Él está por dar el golpe final. Los cazadores están
cayendo, somos pocos. Un gruñido ensordecedor se escucha. Filas de
dientes y puños con garras se acercan atraídos por el ruido a
batalla, el hedor a cavar. El rival formidable este por matarla. Un
aliento fétido rosa su nuca. Se da vuelta y enorme bestia de pelaje
negro lo destaza de varios golpes. Lobos saltan sabré muchos
soldados que intentan atacarlos. Mas osos pardos y negros aparecen
atacando y destrozando soldados. Nosotros nos tiramos al suelo y
cubrimos con nuestros pelajes. Las bestias del bosque nos huelen y
pasan de atacarnos. El capitán ordena la retirada. Los soldados caen
mientras intentan escapar de los guardianes del bosque. Todas las
bestias los persiguen. Por ultimo va tras ellos el gran oso negro.
Pero antes me queda mirando a los ojos fijamente como si me
reconociera. Cuando se va corriendo deja ver sus cicatrices en su
parte posterior. Es el oso que ningún cazado ha podido matar. El más
grande, fuerte y salvaje de todos. Es el rey del bosque.
Tenemos muchos heridos. Nos preparamos para retirarnos. Hemos
resistidos muchos. Yo me encuentro bien. Alguna herida lleva mi
cuerpo. Me despido de Astorim, se encuentra muy herida. Todos se van
yo me quedo para dar aviso si viene más soldados de ese lado. Pasan
días y el bosque vuelve a su tranquilidad y armonía. Hasta te da a
pensar que ya se rindieron en entrar por este lado. Ni pequeños
grupos de reconocimiento he visto. Esa noche me acuesto a dormir.
Despierto cuando la luz del sol a traviesa la ventana. Pero algo me
parece raro porque esa ventana de esta cabaña da directamente la
vista a mi cabaña. Se siente un hedor a humo y un fuerte rugido.
Abro la ventana y el bosque está iluminado. La cabaña eta rodia de
luz ardiente. Me subo al techo. Sé que este es el final y no lo
puedo evitar. La gran bestia roja y su pelaje naranja brillante
viene resoplando y rugiendo a lo ancho del bosque. Reclama todo a su
paso. Se come todos los cadáveres desparramados por esta batalla. Su
grito del infierno no me atemoriza. Gritando la enfrento. Yo estoy
con mi escudo y mi espada. Peleando viví, peleando moriré y peleando
este bosque me vera caer. Una briza fuerte y caliente con llamaradas
ardientes atraviesan la cabaña y un fuerte rugido despierta a la
gran ciudad Calem llamándolos a la batalla.
Este rugido no se detiene y atraviesa montañas, valles, puertas de
muchos reinos y ciudades libres. El reino de Brotan tiembla. En sus
paredes retumba el sonido de armaduras, escudos, espadas y soldado a
la macha. El rey de despierta rodeado de muchas banderas. Banderas
amigas, vaderas enemigas, vaderas que muy pocos reconocían. Brotan
no caerá por culpa de los nobles. Gritan su cuidamos en la calle.
Ellos atrapan a sus nobles y los entregan en sus calles. Todos
fueron despojados de sus riquezas y exiliados a vagar en el bosque
salvaje que tanto miedo les provoca. El rey fue traicionado y
entregado por su propio león de batalla. Lo encerraron en su propia
jaula de hierro perdida en el bosque negro de Calem y custodiado por
todas esas almas que vagan en sus cenizas. Para finalmente ser
tragado por su vida resurgente de los gigantes verdes que lo
rodeaban.
Fin.
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Para mi lector:
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