El secreto de Azrael. 👻
Prologo:
Azrael es el arcángel que menos se habla. Y su vida esta esta llega de secretos. Hoy viene a revelar uno de los secretos más oculto. Y que todo el mundo sepa quien es.
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El secreto de Azrael.
(Nº 1/7).
Me preguntó si en verdad me tengo que levantar. Solo quiero seguir
durmiendo. Estos dÃas se han vuelto muy molesto. Me preparé una taza de
esa delicia llamada café y luego iré. Además, soy el jefe y el ángel más
rápido. Si supieran el verdadero secreto del porque trabajo tan rápido.
Todos reclutarÃan almas mortales con caracterÃsticas especiales para que
los ayuden.
— Hola, en este momento romperé la cuarta pared y te hable a ti, mi
lector. Creo que me olvide identificarme. Aunque queda bien claro quién
soy. La única verdad de tu mundo que pocos quieren escuchar. Y como dijo
Tanatos en su época, soy inevitable. Pero mejor llámame Azrael. El
arcángel de la muerte — suena el timbre de la cafetera y se sirve su café
—.
Que delicia. Me encanta. Las cosas que inventas los humanos son
fantásticas. Le agradezco a dios haberles dado nueva vida luego de mi
sacrificio. Sin ellos no tendrÃa este café y mi trabajo. En fin, me
sentare en la puerta a disfrutar este café.
Que hermoso se ven el gran bosque celestial hoy. Aunque nunca entendÃ
porque la casa flota sobre arena. Cosas de la antigua dueña Bestet. Algún
dÃa deberÃa modificarlo. Paro me da sueño cada vez que pienso en intentar.
Dormir deberÃa ser mi verdadero propósito.
— Miaow — un ser pequeño, peludo, adorable y lleno de vida aparece en la
puerta de su casa —.
— Otra vez aquÃ.
La aparición de seres como este es otra cosa que ha dejado Bestet. Aun no
entiendo como este ser vivo logran pasar entre todos los reinos. He tapado
todas las rupturas de espacio y tiempo que en encontrado. Pero siempre
encuentran una nuevo. De igual manera no suelen molestar mucho. Son
tiernos y peludos.
— Señor — siete ángeles aparecen ante Azrael —.
— Muchachos ¿Qué sucede que han venido todos juntos?
— Jefe. Los humanos desataron otra guerra.
— De verdad — con un tono sarcasmo —. Otra más. Más de cien mil años de
historia, guerras, evolución y se siguen matando entre ellos.
— En este caso parece que será mucho más masiva. La llaman primera guerra
mundial. Y creemos precisar sus habilidades.
— ¿Tengo que trabajar más? Yo querÃa dormir una siesta luego de mi
café.
— Jefe, no se lo tome a mal. Pero por culpa de sus siestas hay humano que
no mueren.
— No me eches la culpa. Ese trabajo es de ustedes siete y de las almas
que reclutamos para que los ayuden. Además, desataron otra guerra. Solo
les falta que inventen una forma más masiva de matarse entre ellos. Bueno
chicos ya voy con ustedes — entra a su para dejar la taza —.
— Miaow — antes que Azrael salga por su puerta suenan un conjunto masivo
de voces felinas detrás de él —.
— se da vueltas — Que carajos ¿De dónde salieron tantos gatos? Bueno
chicos un gusto haberlos conocido. Lo siento mucho. Pero justo me tengo
que ir. Cosas del trabajo. Adiós. — antes de cerrar su puerta —
Definitivamente a dios le va llegar un reclamo mÃo.
Ya pasaron cuatro años de guerras. Por donde mire los cuerpos se apilan.
Las trincheras le dan forma al campo de batalla. El humo abunda. Y
pequeños nueves de un gas mortal lo tiñe de amarrillo a un marrón claro.
Las almas confundidas abundan. Algunas siguen luchando sin darse cuenta
que su cuerpo se encuentra tirado dentro de una trinchera.
Encuentro con un soldado sentado en el fondo de una trinchera abandonada.
Esta todo ensangrentado, muy herido y no le queda mucha vida. Parece que
logra verme y extiende su mano hacia mÃ. Se la sujeto y le digo que pronto
se terminara el dolor. Me mira con los ojos llenos de lágrimas y me sonrÃe
soltando sangre por su boca.
Un soldado enemigo entra a la trinchera y lo descubre. Él no puede
verme. Saca su cuchillo
y lo intenta atacar. Yo intentó intervenir, pero se detiene al frente mÃo.
Guarda su cuchillo, se acerca al cascaron vació, lo recuestas en una
posición cómoda y cierra sus ojos. Para luego hacer la señal de la cruz
despedirse diciéndole.
— Descansa en paz, gran guerrero.
Me voy con su alma en mi mano. Y guardándola en mi bolso. Cientos de años
en guerra. Pero jamás perdieron el respeto a su enemigo en su lecho de
muerte.
Saco mi reloj. Me indica que estoy rodeado de almas. Pero busco la que
este más perdida y halla vagando más tiempo. Cuando la logro detectar
extiendo mis grandes alas y surco los cielos por ella.
Llego a una ciudad casi en ruinas. Mi reloj me indica que está cerca.
Pero veo muchas calles, callejones y pasillo donde puede estar. Tendré que
bajar.
Al tocar el piso observó por todos lados. Logro ver un movimiento de
sombras dirigiendo a un lugar. Los demonios han venido por esa pobre
alma.
Sigo las sombras. Todas parecen reagruparse dentro de un callejón. Y no
dejan de llegar logreando creando una penumbra en su interior.
Entro rápidamente para rescatar esa pobre alma. Al encontrarlo ya puedo
observar que a tomo la forma fÃsica de su cuerpo mortal. Lo encuentro
rodeado de un aura oscura, arrodillado, llorando y hablando solo.
— Llévame, llévame. No merezco el cielo. He matado a muchos hombres y
ahora me toca recibir la tortura por mis actos en el infierno.
La penumbra del lugar se vuelve más densa. Una figura oscura con túnica
negra se forma desde el piso. Y nunca deja ver su verdadera identidad.
Luego se agacha acerándose mucho al soldado.
— Alto hay — le grito —. Yo soy Azrael, he venido por él y lo llevare a
su juicio.
— No me importa — habla con una vos aguda y distorsionada —.
Ignorando mi orden. Se arrodilla ante el soldado, lo toma del rostro. Y
sin dejar que la luz le dé en su rostro besa profundamente al soldado.
El aura oscura parece ser absorbida por este ser extraño. La forma fÃsica
del alma se comprime en la tÃpica pequeña y redonda aura que suelo
sujetar. El ser la deja flora y la empuja para que yo la agarre. Luego me
da la espalda para retirarse del lugar.
— Espera ¿Quién eres o qué eres?
— ¿Qué te importa? — lo dice soltado una risa—. Si no te das cuenta que
soy un demonio deberÃas perderte en el vació profundo.
— Si, me he dado cuenta. Toda esta penumbra es su estilo. No tengo nada
contra de los demonios, los aceptó como son, tengo amigos demonios. Soy el
uno de los pocos arcángeles que visita a Lucifer y tiene permiso para
entrar a su reino —me acercó lentamente para ver su rostro—. Pero a ti nunca te he visto.
Rápidamente y con una fuerza devastadora me golpea arrojándome lejos. En
el vuelo me reincorporo y velozmente intento llegar para lograr ver su
rostro. Pero el callejón está vacÃo, la penumbra desapareció y ninguna
sombra más se ve correr por el lugar.
— Que ser tan rápido. No creo que sea más rápido que yo. Lo deber buscar
para comprobarlo. Pero si golpea muy fuerte. Eso me dolió.
Pasan los dÃas y no encuentro más rastro del extraño demonio. Puse en
aviso a mis ayudantes, pero jamás logran ver nada. Debes en cuando me
parece ver una sombra correr, pero al final nunca la logro alcanzar. Se
nota que sabe ocultase bien, porque jamás logro detectar su oscuridad.
Las preguntas ¿Quién será? ¿Cómo se llamará? No salen de mi mente. Si al
menos supiera su identidad. Por ahora solo me queda esperar y seguir
volando por este gran campo de batalla.
El indicador me trajo a un bosque esta vez. La guerra no parece terminar
más. Veo el campo desolado y recuerdo ese partido de futbol entre los
aleados y alemanes. Pensé que ese veinticinco de diciembre se declararÃa
la paz. Pero al poco tiempo la guerra volvió a comenzar. Y ya pasaron tres
años de ese momento de tranquilidad. Nunca entendà su necesidad de
pelear.
Llego al medio del bosque y encuentro el alma. Se encuentra sola y parece
estar en paz. La recolecto y llevo para su descanso eterno. Pero al
levantar la vista veo dos sombras correr para una dirección.
— Te encontré — abrà mis alas y despega persiguiendo las sombras —.
Cruzo por miles de árboles
y más sombras se suman. Notan mi presencia y buscan perderme. Pero a pesar
de todo su esfuerzo una no lo logra. Me trajo a una pequeña ciudad
cubierta de penumbras. Sin duda está aquÃ.
Bajo al suelo para que no me logre ver llegar. Camino por las calles y no veo a nadie. Llego a la plaza de la ciudad y
en el centro se encuentra bailando muy enérgicamente.
Su cabello largo y plateado dibujas sus movientes siguiendo su
coreografÃa. Sin que note mi presencia admiró su hermoso danzar. Y trato
ver su verdadero rostro, pero trae una máscara puesta. Muy lenta mente me
acercó al centro para que no me vea. La pierdo de vista unos segundos,
pero logro llegar más cerca del centro y detrás de un arbusto para admirar
mejor su actuación. Sigue girando y saltando para todos lados, pero en un
momento se detiene a unos metros de mà y dándome la espalda.
Del suelo cubierto de penumbras brota el fuego infernal. Un corcel sube a
la superficie. La penumbra empieza a girar bruscamente alrededor. Se
reagrupan las sombras formándole una gran túnica negra.
Se está a punto de ir ¿Qué hago? Le quiero hablar. Pero de seguro me
volverá a golpear. Ya vasta. Soy el arcángel e la muerte. No le temo a
nada.
— Espera no te vayas — Azrael salta del arbusto — ¿Puedo saber quién
eres? — Azrael se voltea porque escucha una voz llamándolo.
— Señor Azrael, señor Azrael — se acerca un ayudante a alta velocidad
—.
— Espera hay y no vengas — le da una orden gritándolo y luego voltea para
notar unos ojos rojos brillantes detrás de una máscara de hierro lo
observan muy de cerca —. He, he, he.
— ¿Me estabas espiando? — grita el demonio —.
— Espiar es un término medio feo. Yo dirÃa mejor admirando tu gran
coreografÃa.
— ¿Y te gusto? — se acerca a él colocando una mano en su pecho y con una
mirada y vos muy sensual —.
— He, he fue, fue mu, mu, muy.
— ¿Muy qué? ¿No puedes hablar? — se acerca más al petrificado arcángel y
sin perder el contacto visual —. Me estuviste buscando y ahora no puedes
hablar ¿Te comieron la lengua los gatos?
— Es, es que estas muy cerca y no te conozco. Al, al menos dime cómo te
llamas.
— Que pequeño arcángel tan inocentes eres — con la otra mano le comienza
a acariciar el rostro —. Soy una reina demonio. Nosotras no damos con
vueltas y si lo queremos lo tomamos. Pequeño arcángel. Me das ternura tu
inocencia — de apoco hace que sus labios queden muy cerca y se detiene en
frente mirando como Azrael sierras los ojos —. Pero tampoco nos gusta que
nos espÃen.
Yo cerré mis ojos muy confiado. Pero me levanto del cuello, para
arrojarme por los aires muy lejos. Sin poder evitar choco contra una
montaña y produzco un gran hueco. Al poco tiempo mi ayudante logre
alcanzarme.
— Señor Azrael.
— Si.
— ¿Se encuentra bien?
— Claro que sÃ. Soy el Azrael — sale rápidamente del hueco —.
— Pensé que ese demonio le realizo algún daño. Le vengo a informar que la
guerra acabo señor. En poco tiempo no precisaremos más su presencia.
— Genial — sin poder sostenerse en vuelo cae rápidamente al suelo —.
— Señor usted no está bien.
Pasan los dÃas y los humanos firman la paz. Ahora poder volver a dormir
en mi casa y a pelear con mis gatos.
Llego a mi casa. Pasan los dÃas y no logro descansar. Sus ojos rojos no
se me quitan de mente. Ese hermoso baile se repite paso por paso y salto
por salto. Cuanto intento cerrar los ojos me encuentro en el centro del
escenario siendo rodeado por su larga cabellera plateada.
Ya no resisto más y salgo a ver mis ayudantes trabajando. Ya no hay más
almas de soldados dando vueltas. Todos ya descansan en paz. Esperaba
volverla encontrar. Pero la guerra se terminó. Y me deseo de saber quién
es no lo puedo resistir más.
Salgo volando, pero no a casa. Sobrepaso las nubes de penumbras y acelero
para llegar más rápido. Aterrizo a los pies del trono de mi hermano.
— ¿Azrael?
— Hola lucifer.
— Tanto tiempo hermanito — se levanta del trono para abrazarlo — ¿Cómo
está todo? ¿Y padre?
— Bien, bien hermano. Sigue muy enojado.
— Si al menos hablamos algo últimamente.
— ¿Hablas con padre?
— Si, pero no le digas nada a los demás es un secreto. Sé que puedo
confiar en ti.
— Si hermano.
— ¿Qué te trae al infierno hermanito? ¿Escuche que los humanos estuvieron
en guerra? ¿Tuviste mucho trabajo?
— Si, tuve trabajo. Fue una guerra muy masiva y algo repentina ¿Tu no
tuviste nada que ver?
— Yo nada, siempre los humanos nos echan la culpa de sus atrocidades —
sirve dos tragos infernales —. No tengo nada que ver que hayan utilizado
la muerte archiduque austrohúngaro por un grupo llamado la mano negra para
desatar una guerra mundial — suelta una risa y le ofrece una copa —.
— Si claro. De seguro no influiste en nada. Me sorprende que te mantengas
muy informado de lo sucedido con los humanos.
— Como dicen ellos los malos comentarios vuelan. De seguro en el futuro
me echaran la culpa por Hitler.
— ¿Quién es Hitler? ¿Hermano qué vas a hacer?
— Yo nada, son ellos. No es nadie hermanito. Solo un tonto más que me
entrego su alma por un deseo. No creo que logre hacer algo con la
devastada Alemania ¿Precisas algo hermano? Te vi bajar muy rápido.
— Si muy devastada quedo. Mientras no desate otra guerra no pasa nada. En
realidad, sÃ. Vine para hablar con unos de tus reyes demonios.
— ¿Con quién? Baal, Curzon o Beleth ¿A quién debo castigar? De seguro fue
Beleth. Siempre hace algo. Me agrada el muchacho, es joven y tiene
voluntad. Pero es algo incontrolable. Rebelde.
— No, no. No pasó nada. Pero tempo te puedo decir quién es, no se su
nombre.
— Como no sabes. Todos mis reyes hacen notar su nombre. Bueno dime como
era.
— Me dijo que era una reina demonio. Unos hermosos ojos rojos, cabello
largo plateado, gran bailarina, utilizas sombras y tiene un gran caballo
infernal.
— Reina. Hermanito estás loco. Aquà no hay reinas. Espera ¿Mocionaste a
un caballo y sombras?
— Si.
— A ese fue Beleth — con tono de sorpresa —¿Espera mi tercer rey es
reina? Es que nadie conoce su apariencia. Ni yo ¿Qué pasa con Beleth?
— Nada, nada, nada. Solo que estuvo en la guerra y nos conocimos y quiero
hablar con ella.
— A si es cierto. Es que él o ella absorbe la pena de los soldados para
que descansen en paz y no vengan al infierno. Es bien rarita. No los
corrompe completamente como los otros y se los come.
— ¿Y es un demonio? ¿Dónde la puedo encontrar hermano?
— Si nació acá es un demonio. — señala al horizonte donde hay una montaña
— Ve para esa dirección. Traspasando esa montaña encontraras una gran
legión y una pista de carrera. De seguro debe estar por empezar una de sus
corridas.
— Gracias hermano — se levantó en vuelo y rápidamente surco los cielos
infernales —. Nos vemos.
— Hay pequeño arcángel. No sabes la golpiza que te espera — se pregunta a
sà mismo — ¿Qué tenÃa que hacer? A claro ir a acompañar a Hitler al
discurso en la cervecerÃa.
Salà volando rápidamente del trono de mi hermano. La montaña fija en mi
vista y sus ojos rojizos no lograban salir de mi mente. Demonios y vestÃas
infernales me observan pasar. Un gran dragón me comienza a perseguir
insistentemente y con una gran velocidad. Me quiere comer, pero nada me
detendrá.
La montaña ya está más cerca y su presencia oscura se empieza a sentir a
cada metro un poco más. El dragón se tira al suelo para logra frenar.
Suela un grito feroz y se aleja del lugar.
No puedo aguantar más. Y acerero más para poderla ver una vez más.
— se acerca a la lÃnea de salida montando su gran caballo — ¿Quién va a
correr por si libertad?
— Yo voy jefa.
— Me apunto.
— Esta vez le ganare jefa.
— Llevas diciendo eso los últimos cien mil años — se posicionan todos en
la lÃnea de largada —.
— Pero no haga trampa esta ves jefa.
— Si quieres una carrera justa mejor intenta llegar a la ciudad de plata
— mira a la legión y pregunta — ¿Nadie más se anima a correr?
— Las carreras en la ciudad de plata no son tan justa — se acerca por
detrás y se posiciona en la lÃnea —. A los arcángeles les gusta hacer
mucha trampa ¿Puedo correr o es exclusiva?
— Si tienes algo que apostar. Ellos apuestan su libertad — contesta la
reina —.
— Apuesto lo mismo y si gano me darás lo que pida.
— todos los demonios se rÃen y la reina los hace callar levantando su
mano — Tomo tu oferta.
— se preparan para comenzar — Pequeño arcángel mejor vete nadie le ha
ganado a la reina en todo el infierno.
— Yo no soy del infierno.
Un pequeño demonio con una mirada tierna se dirige al centro con dos
banderines. Pisa uno y se tropieza. Se levanta sin llorar y limpia las
rodillitas. Al llegar al centro levanta los banderines. Y baja uno para
marcar la salida. Azrael toma la delantera de manera brusca sin que nadie
lo logre alcanzar. Y la reina se queda parada en la salida. El arcángel
mira para atrás y regresa a posicionarse a la salida.
— Pequeño arcángel debiste aprovechar la ventaja — se baja de su corcel y
un demonio se lo lleva —.
—No creas que la necesito — cruzan miradas un momento —.
— Claro que la necesitaras — suelta su gran túnica dejando ver su hermoso
cabello plateado y sus dos grandes alas negras se despliegan —.
— Carajo — se preparan para salir y el pequeño demonio deja caer la otra
bandera —.
Sus alas se abren hacia
adelante. Y con un aleteo busco salen disparados provocando una fuerte
ráfaga de viento. La velocidad de los dos aumenta con cada aleteo. Beleth
toma la delantera. Azrael la sigue por detrás. Pasan al primer demonio.
Azrael acelera y se coloca boca arriba debajo de Beleth. Su mirada se
conecta.
Vuelan sin despegar su mirar. Doblan, suben, bajan, se dan vueltas sin
poderse despegar. Pasan al segundo demonio. Y ya frustrado cae rendido en
el suelo. Beleth se acerca mucho más a Azrael. Hipnotizándolo con su
mirada penetrante. Pero él se aleja rápidamente varios metros.
— A no esta vez no me lo aras.
Beleth solo se rÃe y le seña su frente. A levantar la mirada el arcángel
choca contra una pequeña saliente de la pared. La reina acelera más y deja
muy atrás al pequeño arcángel. En poco tiempo pasa al tercer demonio. El
con frustración y berrinche golpea el suelo. A Beleth no la detiene nada y
la menta se encuentra frente a ella.
A dos metros de la meta se detiene el tiempo. Una figura borrosa
velozmente atraviesa la escena. Azrael la mira. Le sonrÃen mui alegremente
muestras la sobrepasa y cruza la meta. Beleth de la sorpresa aterriza
bruscamente luego de cruzar la meta.
— ¿Te encuentras bien? — le extiende su mano para ayudarla a levantar
—.
— Maldito tramposo — se levanta y al hacerlo cae su máscara de hierro —
No me mires. No me mires — alterada le da la espalda a Azrael.
— Toma esto es tuyo — le acerca la máscara cerrando los ojos para no
mirarla —.
— agarra la máscara — Puedes abrir los ojos — y tira la máscara lejos —.
Creo que ya no tiene sentido ocultarte mi identidad ¿Dime que quieres por
ganar?
Al abrir los ojos ya no me pude resistir más. Quede impactado por su
verdadera identidad. Sus ojos rojos me volvieron a hipnotizar. Y
involuntariamente hacer que más. Tome su rostro y nuestras miradas no se
lograban despegar.
— Solo quiero que me des lo que me debes — acercando sus labios
lentamente —.
Fin.
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Para mi lector:
Te invito a que dejes tu comentario. Tanto aquà como en mis redes
sociales. En él me puedes pedir una historia. Pude ser cualquier
género, dándome un personaje o situación. Y yo la escribiré sin
problemas. Ya que la creación de mis relatos es para probar, aprender
diferentes géneros y salir de la zona de confort.
Espero tu desafÃo. Y porque tú también eres una gran parte de mi blog.
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