Revolución en Brotan

 

Prologo:

  Una grandes historias sigue luego de un gran grito. En ella se libera una gran bestia luego de la atrocidad cometida en Calem.

  La historia comienza en Escudero del bosque. Has clic en la imagen para leerlo


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Revolución en Brotan.

 

Hay historias que se pierden atrás ves del tiempo. Relatos que solo se cuentan al poco tiempo de su surgimiento. Luego son enterrado por una historia más grande o por el pasar de los tiempos.

Entro enfurecido a la sala del rey. Los guardias no buscan detenerme.

— Alto ahí ¿Quién te crees que eres para entrar a mi sala de esa manera? — habla el nuevo rey de Brotan.

— Usted sabe bien quien soy.

— Salomón. El gran león blanco de Brotan. Gran líder entre las tropas de mi reino. Ahora ya que has venido me podrás explicar porque Calem aún no es parte de este reino. Esperaba que alguien como tú lo lograra.

— Eres un maldito. Mandaste a tus tropas a morir sin una causa nobles y con mentiras. Le dices a tu pueblo que Calem se preparaba para atacarnos. Pero cuando palie contra ellos no peleaba contra un ejército ya preparado. Luchamos contra sus propios ciudadanos.

— A mi respétame y no me trates como tu igual. Yo soy tu rey. Y si te mando a luchar debes ir sin importar las razones. Además, si hubieran sido simples ciudadanos porque no acabaste con ellos.

— Rey ¿Tú mi rey? Un verdadero rey es más que un título, una corona y un trono. Su padre era mi rey, mi comándate y uno de los mejores guerreros de este reino. Me pregunta porque no los derrote. No fuimos a pelear contra soldados y tampoco contra simples ciudadanos. Peleamos contra la voluntad de ser libres. Eso es más poderoso que cualquier ejército y que todo el poder que usted crea tener.

— La gran fuerza de un corazón libre. Viejas historias de la gran guerra sobre guerreros que llevan el deseo de la libertad en sus corazones. Y el deseo de libertad era tan fuerte que junto a todas las alianzas a pelear por un bien común. Pero la realidad es que formaron un gran ejército que acabo con un enemigo común. Un rey con un gran ejército tiene mucho poder y eso gana guerras y no los sentimientos. Lo que paso es que tu desobedeciste mis órdenes. Te dije que hagas todo lo posible. Debías haber incendiado ese bosque con todos ellos. Si era necesario. Te ganaron porque tenían la ventaja del terreno y de seguro entrenaron a los animales salvajes para su propia protección.

— Usted cree que una atrocidad de ese nivel ayudaría a lograr algo. Créame que si hacíamos eso llamaríamos la atención de todas las alianzas y pondría en riesgo su reino.

— Tantos años en la guerra y aun eres ingenuo ¿Crees que somos el único reino con un gran ejército? ¿Crees en la gran alianza luego de la gran guerra? Solo es cuestión de tiempo para que empiecen a buscar conquistar nuevamente para tener más poder. Yo solo fui el primer rey que lo intenta y esto es por el bien de mi reino. Y tu desobedeciste la orden directa de tu rey. Lo que yo pido se cumple. Ahora entrega tu espada, tus títulos te serán arrebatados e iras preso por desobedecer ordenes directa de la corona. Guardias agárrenlo y llévenselo.



Siete guardias se acercan dudosamente apuntado sus lanzas. A todos ellos yo lo he entrenado. Conozco sus nombres, sus familias y sus sueños. Están atemorizados por mi gran tamaño.

 Soco mi gran espada alzándola sobre mí y cortando los rallos del sol que entran por la ventana. Velozmente y con una fuerza descomunal cae. Destroza el piso y se clavada al frente de mi reflejando mi cara.

— Chicos sé que ustedes solo tienen que seguir órdenes. — levanto mis manos —. Iré sin resistirme.

— Como en la sabana, todo león sabe quién es el alfa. Métanlo en el calabozo sin comunicaciones. Y requiero que busquen a Bartón. Él cumplirá mis órdenes.

Me encerrado en un calabozo. Una pequeña ventana me permite por última vez admirar la hermosa sabana que rodea el reino. Dos guardias resguardan mi puerta. Y solo me queda esperar el día de mañana. El nuevo rey seguramente habrá decretado mi muerte por no haber cumplido sus órdenes. Yo solo espero que esos grandes guerreros logren proteger su bosque. Esa atrocidad que mando a hacer traerá un gran problema al reino.

Cae la noche y no puedo dormir. Se escucha unos pasos acercándose a mi puerta. Y una vos femenina hablar con los guardias. Luego de decirle a los ellos que siente por lo que tiene que hacer. Se escucha el ruido de sus dos armaduras golpear el suelo. La puerta se abre. Y una pequeña figura encapuchada se encuentra detrás de ella.

Sentado en cama y preparado para el ataque me encuentro. De seguro es un asesino que mando el rey. Matarme públicamente no le conviene. Pero se retira la capucha dando a conocer su rostro.

— ¿Estas cómodo mi comandante?

— Meredid la tigresa ¿Qué haces aquí? ¿El rey te mando a matarme?

— Te vengo a sacar. El reino te necesita. El rey mando a quemar ese bosque y toda la nobleza lo apoya. Hay que detenerlo.

— ¿Cómo confiar en ti? El rey es tu primo. Tu eres de la nobleza.

— Seré de la nobleza. Pero soy una tigresa de Brotan. Y como tan fui entrenada por mi tío para proteger a Brotan de cualquier amenaza. Tu y yo estuvimos en el mismo batallón, peleamos juntos en la gran guerra y aun no confías en mí.

— Tienes razón ¿Qué planes tienes?

— Antes debemos salir de este lugar. Creo que se han dado cuenta que alguien entro.

— ¿Eso crees? No creo que el haber golpeado a estos dos hayas echo tanto ruido.



Salimos da la celda y bajamos por la escalera. Cruzamos un pasillo que nos llevara a la gran entra principal. Pero un guardia se encuentra parado en el medio para evitar que logremos escapar. Me acerco a él de manera rápida y mientras blande su espada. Busco golpearlo antes que la logre levantar.

 Algo inusual pasa. No llego a tocarlo y el guardia no levanta su espada. Lo observo más de cerca y se encuentra inconsciente. De pie, pero inconsciente. Su fuerza de voluntad ante su deber me llega a impresionar. Pero no tarda mucho y se desploma en mis brazos noqueado. Con suavidad busco dejarlo recostado a un lado.  

— Esa es la fuerza del gran león blanco. Ya ni los tienes que tocar para derribarlos — dice Meredid —.

Nos dirigimos a la entra principal. Las grandes puertas se encontraban abiertas. Muchos guardias se encuentran noqueados y mal heridos.

— Ahora sé porque querías huir tan rápido.

— Tú crees. Me pareció que eran más que un par de guardias.

La noche nos protege y permita que escapemos sin que nadie nos vea. Al día siguiente carteles con mi rostro adornan la ciudad. Soldados reales me buscan por traición. Evito salir durante el día, pero una preocupación me arrastra a la calle.

Agarro una capa y Meredid trata de evitar que salga. La miro a los ojos y ella solo se aparta. Camino entra calles y callejones poco transitados para evitar cruzarme con personas. Llevo tapado mi rostro con una capa que apenas me llega a las rodillas. Ciudadanos me ven solo pasar. Algunos me reconocen y solo deciden ignorarme.

Luego de barias calles y esquivando soldados reales llego a mi casa. Entro por la puerta trasera con el gran deseo de volver abrazar al amor de mi vida. La casa se encuentra toda destrozada. Corro por toda la casa gritando. Y no encuentro a Labán.

Subo a nuestra recamara. Por la ventana observó una gran multitud agrupada. Me acerco cautelosamente por el borde de un callejón. En el centro se encuentran cinco soldados liderados por Barton y un hombre arrodillado. Lebán levanta su rostro lleno de lágrimas. Aun tenia puesta el kimono que le regale en su cumpleaños. Se encuentra arrodillado, con las manos atadas y sin poder hacer nada.



Vecinos observan temerosos y con ira. Labán se da cuenta de mi presencia. Doy un paso para irlo a rescatar. Pero con un gesto de negación y su mirada me detiene. Sabe que no podré hacer nada sin un arma. Braton saca su espada y levanta su filo. Dos vecinos buscan interponerse, pero los demás guardias los atacan brutalmente.

— Mi amor, no puedo evitarlo.

Mis lágrimas caen sin poder pararlas. Él sonríe ante su ejecución. Braton declara que esto es un ejemplo para todo aquel que desee cubrir a un criminal.

El filo cae rápidamente. Y en se momento las calles se empiezan a teñir de rojo. Mi humanidad comienza a morir y mi mundo se tiñe de gris. Cierro mis ojos entre lágrimas. Gritos de vecinos inundan el aire. Acaban de matar al ser más bondadosos y amado de Brotan.

Le doy la espalda a la ejecución y entre lagrimas camino. Recuerdos no me dejan caminar. Su piel, su aroma y sus labios jamás los volver a tocar. Me siento impotente y sin razón para pelear.

 Meredid me encuentra tirado en un callejón con los ojos cerrados y son poder abrirlos. Ella y dos personas más me levantan y meten a una carreta. Yo sigo sin reaccionar. Pero de manera rápida nos vamos de lugar.

Llegamos a una antigua iglesia. Meredid me guía. De mis ojos cerrados siguen brotando lágrimas y mis labios sellados no puede surgir ninguna palabra.

Pasan unos días. Y nos mantenemos escondidos debajo el suelo. Yo sigo sin poder hacer nada. El recuerdo de su ejecución me ataca repetidas veces. De mí solo queda un cascaron vacío y postrado en una cama sin poder pedir que terminen con su sufrimiento.



Meredid en un momento entra a la habitación. Me encuentra sentado en la cama. Sigo sin abrir los ojos y sin poder gesticular una palabra.

— Samuel. Sé que perdiste al ser que más amaste en tu vida. Pero están pasando muchas cosas. Braton se fue del reino y al poco tiempo volvió con todo el ejército. Rumores dicen que una atrocidad muy grande realizo el ejército de Brotan. Y por esa razón las grandes fuerzas de la unión vienen al reino. Además, la muerte de Labán no fue tomada bien por el pueblo. El reino se está cayendo y necesita a su gran león blanco. Hoy vendrán grandes aliados y aremos en una reunión en la sala común. Te necesitamos hay. Labán quisiera que peles. — queda unos minutos en silencio —. Chicos entre lo que trajimos. — dos soldados de la resistencia entran con una caja larga y bien decorada. La dejan a los pies de Samuel —. Esto es un regalo de Labán. Lo estaba forjando para darte en tu cumpleaños. Lo logre rescatar de su herrería antes de que lo encuentren los soldados. Espero te ayude. — la tigresa sale de la habitación y deja a Samuel solo con el regalo —.

Un pequeño rayo de sol entra por un agujero en la pared. La caja se encurta abierta frente a mí. El rayo de sol rebota en un objeto brillante y toca mis ojos. Siento como si una mano cálida secara mis lágrimas.

Cadenas se rompen y un respirar profundo sale de mi interior. Con mis manos sujeto el regalo de Labán. Es una espada nueva. Con las puntas de mis dedos siento sus bordes afilados. Dos dientes filosos se asoman de la oscuridad. Al empuñarla se siente ligera, a pesar de su tamaño abismal. Sigo sin poder abrir mis ojos. En la oscuridad se escucha un caminar liguero, pero de una bestia colosal.

Un rugido abismal hace temblar el reino. Con el trae una gran fuerza llena de deseo de libertad y venganza. Los nobles se encierran en el castillo y son protegidos por su gran ejército. Meredid con coroneles aliados, soldados, granjeros, herreros y los demás cuídanos encabezan un asedio al castillo. Luchan ferozmente contra el gran ejercito de Brotan. Pero todos son repelidos por la fuerza del ejército real.

— Un simple ejército de campesinos, veteranos de guerra y soldados rebeldes cree que podrá contra el gran ejército. — grita Braton —. Si se rinden y entregan a sus líderes le perdonaremos sus vidas.

El pueblo de Brotan huye. Meredid los llama a la batalla. Pero muchos corren por su vida.

Con pasos ligeros entran al capo de batalla. Una bestia de gran tamaño se dirige a pelear. Soldados y ciudadanos que lo observan retoman sus armas.



 Labán ha muerto y con el murió mi humanidad. Las cadenas se han roto, el león es libre y levanta para pelear.

La gran figura se pone a al frente de la batalla. Muchos se vuelven a reagrupar. Herreros toman sus grandes martillos. Soldados sus espadas. Ciudadanos toman palos, piedras, cuchillos y herramientas que tenían en su casa. El atardecer cae en la gran sabana de Brotan. Las melenas de su cuídanos brilla con el calor de la batalla y los posibles últimos rallos de sol que podrían ver en sus vidas.

La gran bestia blanca mueve su melena. Respira profundamente. Levanta su gran espada llamando a la batalla a todos los corazones libres de brotan. El gran león blanco abre sus ojos. Y observa solo a quien desea matar.

La furia se siente en aire. El peño ejército revolucionario no se achica ante el gran ejército real. Samuel suelta su respiración. Con un gran rugido bestial da la señal. Y todos se preparan para pelear.

El ejército real quiere avanzar para atacar y acabar con todos ellos de una manera brutal. Pero el horizonte se llena de banderas y estandartes. Ejércitos de reinos aliados y reinos desconocidos rodean a Brotan.

Liderados por su gran tigre blanco, Los revolucionarios atacan ciegos de ira. Y Braton decide no retirarse de la batalla. Lidera al ejército real para aprovechando su ventaja numérica.

Soldados de ambos bandos caen. El ejército real no resiste tanto. Los corazones deseosos de libertad pelean con una fuerza y una ferocidad despiadada. Dejando al gran ejercito sin oportunidad.

El gran león blanco avanza entre las líneas enemigas. Destroza a todo aquel que interviene su paso. No quita los ojos de su verdadero objetivo.



Braton se prepara con sus espadas mientras la gran bestia blanca sea acerca. Un gran escuro real se interpone en el camino. Samuel empuña firmemente su espada. El escudero busca poner su gran y resisten escudo en el camino de su espada. Un filo despiadado movido por una fuerza monstruosa de la manera rápida corta al escudero y escudo por la mitad.

Su pelaje blanco platinado es manchando por la sangre. Su mirada profunda se fija en su presa.

El león ataca rápidamente. Braton usa su gran velocidad para esquivar sus ataques. Los ataques de la gran espada destrozan el campo de batalla.

— Con esa gran espada no me lograras tocar.

Samuel hace un giro brutal. Suelta el gran filo arrojándolo hacia Braton. Pero él logra esquivar la gran espada tras girar y tirarse para atrás.

— Eso estuvo cerca ¿Pero ahora que aras sin tu gran espada?

Braton se reposiciona rápidamente. Corre preparado con sus dos espadas para matar. El gran león banco no da señal de querer huir ante su muerte fatal. Braton con un gran grito de batalla ejecuta su ataque. Samuel solo se corre a un costado. Su presa divisa por el rabillo de su ojo un filo brillando intensamente. Sus espadas salen volando con sus manos sujetas a ellas. Dos cortes precisos por detrás de sus rodillas se hacen notar. Y lo obligan a caer arrodillado.

— Un filo oculta dentro de otra espada — con una sonrisa en el rostro y con lágrimas de alegría exclama —. Esa es la herrería de Labán. Es su arte. Siempre pone su espíritu en sus obras. Sé que él me perdonaría mi vida. Pero a pesar de todo, estoy feliz en él final de mi vida.

— Pero yo no soy Labán.

   El gran león banco mira a su presa ya acabada, tirada y sin poder correr. De una manera respetuosa acaba con su vida. Con el filo elegante de sus dientes corta su cuello de manera limpia y rápida para acabar su sufrimiento.

La guerra acaba. El ejército real se rinde. Los nobles son retirados de sus cargos y expulsados del reino. El rey fue castigado. El renacer del bosque de Calem será su cárcel y su tumba. La sabana retoma su equilibrio y paz. Su líder es elegido por el pueblo. Y la gran alianza se retira de Brotan.

Meredid llega a la casa de Samuel con su armadura elegante. Toca la puerta, la encuentra abierta y decide entrar.

— Hola. Samuel soy Meredid. La puerta está abierta y yo solo pase ¿Estás listo para el desfile? Es el festejo de la liberación de Brotan ¿Samuel donde te fuiste?

Pero solo encuentra una casa sola, fría y sin ningún rastro de que alguna vez Samuel y Labán hubieran vivido hay.

Un gran león corre libre en la gran sabana. Y la vida del gran león blanco de Brotan solo pasa a ser una historia más, una leyenda que será parte del folclor de lugar. Y la vida de Samuel y Labán solo sus verdaderos amigos la conocerán.  

 

Fin.




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