Adiós Appa

Realto

Prologo:

  No todas las despedidas son iguales en un viaje. No importa cuanto tiempo lo vallas haciendo y cuanta veces lo hallas echo. Hoy muchos recuerdos que te cuentan una gran aventura resurgen tras su despedida.

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Adiós Appa.

 

Hola me llamo Exequiel y la hermosa mujer que ven en frente mío es Valery. Nosotros somos trotamundos, viajeros, nómadas, personas locas o valientes dirían algunos. Nosotros decimos locamente valientes y muy felices. 

Hoy es uno de esos días donde cerrábamos un capítulo al despedirnos de alguien más que se ha vuelto muy especial. Ya creíamos estar acostumbrados luego de siete años haciendo tantos kilómetros. Pero esta despedida no la sentimos igual. 

Mientras tomamos una taza de café ignoramos la hermosa vista de la playa en nuestra ventana y observamos sonriendo cada rincón de nuestra pequeña casa con ruedas. Al terminamos nuestro café nos ponemos a limpiar la furgoneta y empacar nuestras pertenecías. Entro cosas que se van empacan Valery encuentra una foto de Appa que de fondo tenía unas montañas llenas de nieve, pero no recuerda donde es.

—Exe, ¿Recuerda donde sacamos esta foto? —le muestra la foto a Exequiel.

—Esa foto es en Alaska ¿Recuerdas qué pasamos todo un invierno allá?

—Si recuerdo que las tormentas de nieve no nos dejaban irnos del pueblo donde estábamos.

—Que Hugo junto a su esposa María nos invitó a quedarnos en su casa echa de leños con una gran chimenea. Y no nos dejaron irnos hasta que paso todo el invierno.

—Recuerdo esas hermosas vistas llenas de nieve. Casi nos quedamos a vivir.

— Si. Pero todavía tenemos más lugares a los cuales viajar.

—¿Europa?

—Europa y más mi amor.



Mientras recolecto en cajas las cosas guardadas en nuestra mesada mis ojos se pierden en su decoración con chochas de mar. Recuerdo recolectarlas luego de mi primer año viajando solo con Appa. En esas hermosas playas de Argentina. Al tocarlas y cerrar mis ojos siento su arena en mis pies y el cantar de sus olas que me llamaban cada mañana a nadar. Pero también recuerdo ese atardecer. El atardecer cuando se me acerco remojando sus pies en las olas con su gran y herma cabellera rojiza suelta para preguntarme de donde venía. Y sin planearlo nos quedamos toda la noche a la luz de un fogón hablando de los lugares que hemos viajado y los que nos gustaría viajar algún día.

—Recuerdas amor en la paya que nos conocimos —toma la mano de Exequiel.

—Si mi amor. Recuerdo que luego del fogón en esa playa se me subió una polizona en Appa al darle un aventón en su primer viaje.

—Y seis años después esa polizona sigue diciéndote que en el próximo país se bajara. —Se miran a los ojos y dan su último beso con gran amor, dentro de su pequeña casa.

Mientras que llevanmos a Appa a su nuevo hogar. Nos invaden recuerdos de risas, momentos, rutas, fogones y atardeceres que compartimos con otros viajeros. Recordamos a todas las familias que les han dado un lugar donde estacionar, pero ellos estacionando permanente en nuestros corazones. Y esas incontables veces que nos hemos perdido, pero conocimos lugares que jamás vamos a olvidar. 

Luego de treinta y siete kilómetros, y recuerdos llegamos a nuevo hogar. Afuera nos está esperando su nuevo dueño, Nuestro amigo Frank.

—Hola Frank.

—Hola Exe y Vale. Los estaba esperando —los recibe con un fuerte abrazo. —¿Qué tal los últimos kilómetros?

—Sin palabras —conteniendo las lágrimas mientras bajan las cosas.

—Se lo que se siente. Me paso lo mismo a vender la moto.

—Las lograste vender. Recuerdo que te conocimos en México y estabas viajando en ella.

—Miles de kilómetros he hecho en ella.



Al haber bajado todo. Me quedo parado en el portón lateral dejándolo abierto, respiro profundamente mientras miro su interior y recuerdo muchos más momentos dentro de mi casita con rudas. Para al final serrar todas sus puertas y entregarle las llaves a mi amigo Frank, su nuevo dueño.

—¿Y qué harán ahora? ¿Dónde irán? —pregunta Frank.

—Nos vamos al aeropuerto para partir a Europa ¿Y vos? No creo que te quedes sin viajar.

—El resto de América ¿Crees que Appa aguantara otra vuelta en América?

—Appa fue hecha para viajar, ser un alma libre y te llena de recuerdos que no olvidaras.

—Gracias amigos. Que tengas buenas rutas en Europa. —Los abrasa antes que se suban al taxi que los llevara al aeropuerto.

—Gracias a vos. Sabemos que Appa estará en buenas manos y seguirá viajando.


Mientras el taxi se mueve nos despedimos agitando nuestras manos de Frank y Appa. Pero al momento de mirar sus grandes faros dejamos que nuestras lágrimas broten sin poderlas parar. Y gritándole como si nos pudiera escuchar le decimos.

—Appa jamás te vamos a olvidar.

Fin.




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